"El dios de la Biblia está a la altura de un tirano caprichoso. El dios de la Biblia castiga a los bebés por los pecados de sus padres (Éxodo 20:5, 34:7; Números 14:18; 2 Samuel 12:13-19); castiga a la gente haciendo que se vuelvan caníbales y se coman a sus propios hijos (2 Reyes 6:24-33, Lamentaciones 4:10-11); le da a la gente malas leyes, incluso requiriendo el sacrificio de sus propios primogénitos, para que puedan llenarse de horror y saber que Dios es su señor (Ezequiel 20:25-26); hace que la gente crea mentira para poder enviarlos al infierno (2 Tesalonicenses 2:11); y muchas otras atrocidades, demasiadas para dar una lista aquí. No sería difícil llegar a, y exceder, tal nivel de pureza moral. Los ateos lo sobrepasan todos los días."

Doug Krueger

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L’École de cirque (Québec), otro ejemplo de como convertir algo inútil (una iglesia) en algo útil

Siguiendo con el hilo de mi propuesta inicial (demostrar que no es necesario abandonar o destruir un edificio), ahora añado otro ejemplo de una iglesia convertida en algo mucho más útil y de provecho, con fines más honestos y con un trasfondo verdaderamente artístico. Se trata esta vez de un edificio, una antigua iglesia, a la que se le ha dado un lavado de imagen gracias a un proyecto de restauración que la ha convertido una escuela, la Escuela de Circo de Québec.

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Conclusiones
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Los actos obsesivos y las prácticas religiosas – Sigmund Freud

No soy seguramente el primero en haber advertido la analogía entre los llamados actos obsesivos de los neuróticos y las prácticas devotas con las que el creyente atestigua su piedad. Prueba de ello es el nombre de «ceremoniales» dado a algunos de tales actos obsesivos. Pero, a mi juicio, tal analogía no es meramente superficial; y así, basándonos en el conocimiento de la génesis del ceremonial neurótico, podemos arriesgar algunas conclusiones, por analogía, sobre los procesos psíquicos de la vida religiosa.

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Arqueología
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«El Exodo no existió», afirma el arqueólogo Israel Finkelstein

TEL AVIV.– Israel Finkelsteines un hombre de suerte: aunque sus trabajos de arqueología cuestionan el origen divino de los primeros libros del Antiguo Testamento, judíos y católicos acogen sus hipótesis con auténtico interés y, curiosamente, no lo estigmatizan.

Este enfant terrible de la ciencia revolucionó la nueva arqueología bíblica cuando afirmó que la saga histórica relatada en los cinco libros que conforman el Pentateuco de los cristianos y la Torá de los judíos no responde a ninguna revelación divina. Dijo que, por el contrario, esa gesta es un brillante producto de la imaginación humana y que muchos de sus episodios nunca existieron.

El Pentateuco “es una genial reconstrucción literaria y política de la génesis del pueblo judío, realizada 1500 años después de lo que siempre creímos”, sostiene Finkelstein, de 57 años, director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv.

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Creyentes y no creyentes – Timothy Garton Ash

Artículo de Timothy Garton Ash, historiador, escritor, reportero y profesor de historia contemporánea en Oxford, traducido por Maria Luisa Rodríguez Tapia y publicado en EL PAIS (2 de Diciembre del 2007).

Debemos ponernos de acuerdo sobre lo que una sociedad libre debe exigir a fieles y ateos

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¿De donde venimos? Genoom nos puede ayudar

¿Cuantas veces uno se hace esta pregunta? y sobre todo ¿cuantas veces siempre salta el religioso de turno para decirnos quien es nuestro padre y de donde provienen nuestros ancestros?

Casi siempre suelo contestarles con lo más honesto: “vengo de mis padres” (que pueden naturales/biológicos o adoptivos) y si uno se pone a investigar más allá en su linaje, este descubrirá que no existe nada divino en él sino un conjunto de parejas que han ido procreando y trasmitiendo sus genes a las siguientes generaciones.

¿Como se puede comprobar esto? Fácilmente y gracias a una web social llamada Genoom, en la que uno puede hacer su árbol genealógico e invitar a todos sus familiares para que estos también contribuyan a completarlo.

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Agnósticos y ateos – Gonzalo Puente Ojea

La actitud personal ante la cuestión de Dios puede discurrir por dos vías opuestas. La respuesta afirmativa del teísmo estructura explícita o implícitamente la concepción del mundo en el sentido de un ordenamiento jerárquico de la realidad, y su desdoblamiento en una esfera de lo sobrenatural y trascendente y una esfera de lo natural e inmanente. El creacionismo, la existencia e inmortalidad del alma, y la retribución de una vida personal más allá de la muerte son las tres cláusulas básicas de la respuesta afirmativa. La respuesta no-afirmativa presenta dos versiones diferenciales: el agnosticismo y el ateísmo. La finitud de la existencia humana y el evolucionismo de la materia definen habitualmente el núcleo de esta respuesta en su doble forma, respecto de la cual se mantiene una viva discusión en la que intervienen no sólo los increyentes sino también muchos creyentes movidos por sus intereses religiosos.

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Ad Clerum (De la iglesia y el sexo) – Alfonso Fernandez Tresguerres

Se sostiene que la posición de la Iglesia católica ante el sexo es un error desde el punto de vista biológico y una irresponsabilidad desde el punto de vista moral

Cuando hablamos de la posición que la Iglesia mantiene ante el sexo, conviene (creo yo) diferenciar dos planos distintos: el que tiene que ver con la sexualidad de los fieles, y el referido a la sexualidad de los propios religiosos.

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21 gramos
ateoyagnostico

¿“21 Gramos” de alma? Otro mito que cae por su propio “peso”

UNO DE LOS TÓPICOS HABITUALES de los diletantes del misterio a la hora de confrontar la perfidia de los incrédulos, es un mítico experimento que demostró “científicamente” la existencia del alma humana. En algún momento del impreciso pasado, un médico acucioso habría acometido la macabra tarea de pesar a personas agonizantes, encontrando que éstas perdían, en el preciso instante de la muerte, 21 gramos. Los incrédulos suelen responder, por supuesto, con incredulidad. Para el sentido común semejante experimento linda con lo inverosímil, cuando no con lo grotesco o lo puramente literario. Ejemplos de esto último no faltan: recordemos aquí ese extraordinario cuento de Edgar Allan Poe, La verdad sobre el caso del señor Valdemar, que fue leído en su momento como un reporte científico auténtico de la detención de la muerte por medio de la hipnosis. Y sin embargo, a pesar de lo extravagante que pueda parecer, ese experimento sí se llevó a cabo, y sus resultados incluso se publicaron en una revista médica. Su autor fue el Doctor en Medicina Duncan MacDougall, de Haverhill, Massachussets. El año, 1907.

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