"El mismísimo concepto de pecado viene de la Biblia. ¡El cristianismo ofrece solucionar un problema que él mismo creó! ¿Estarías agradecido a una persona que te cortara con un cuchillo para poder venderte una venda?"

Dan Barker

Uno de los mejores discursos dado en años en EEUU respecto a la necesaria separación entre religión y política.

En 2006, antes de postularse para la nominación del partido Demócrata a la Presidencia de EEUU, Barack Obama pronunció este discurso (para muchos analistas, uno de los mejores sobre este tema en EEUU en las últimas décadas), sobre la relación entre Política y Religión.

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En 2006, antes de postularse para la nominación del partido Demócrata a la Presidencia de EEUU, Barack Obama pronunció este discurso (para muchos analistas, uno de los mejores sobre este tema en EEUU en las últimas décadas), sobre la relación entre Política y Religión.

 

En este discurso, Obama da su opinión sobre la necesaria separación entre política y religión y  trata sobre todo cuestiones tan importantes como son la libertad de opiniones, ideologías y creencias dentro de un país donde es necesaria la convivencia entre estas ideologías religiosas. Obama deja clara su postura frente a los fanatismos religiosos que imperan en Estados Unidos gracias a ocho años de consentimiento y apoyo republicano, y gracias a su anterior presidente, Bush, quien no dejaba de citar al dios cristiano cada vez que intentaba incentivar a la extremadamente patriótica población estadounidense a la hora de actuar contra países de índole islámica movido por varios intereses ocultos y principalmente económicos. También gracias a las materialistas y capitalistas iglesias evangelistas, que han hecho su agosto gracias al consentimiento y apoyo legal del partido cristiano republicano.

Obama habla desde el respeto hacia todo tipo de creencias en un país que, según su constitución, debería ser laico pero que gracias a décadas de apoyo político se a convertido en todo lo contrario.

Obama, a pesar de ser un creyente judeo cristiano, opina desde la coherencia y la sensatez de que no se debería mezclar política con religión ya que se caería en una serie de contradicciones e inconveniencias políticas y comunitarias. Expone la lógica de sus argumentos citando varios lamentables pasajes bíblicos que los judeocristianos (la comunidad mayoritaria en EEUU) se empeñan en negar, excusar u omitir de sus prédicas.

 

Parte del discurso la cual aparece en el video.

Además, debido a la diversidad creciente en la población estadounidense, los peligros del sectarismo nunca han sido mayores. Da igual lo que fuimos antes, ya no somos una nación exclusivamente cristiana, si no también judía, musulmana, budista, hinduista, y una nación de no creyentes.

Y aunque solo fuésemos cristianos, si expulsásemos a todo no-cristiano de EEUU, ¿qué forma de cristianismo sería enseñado en las escuelas? ¿Qué pasajes de la Escritura seguiríamos? ¿Iríamos con el Levítico, que sugiere que la esclavitud está bien pero comer marisco es horrible? ¿Y el Deuteronomio? ¿Qué sugiere apedrear a tu hijo si se aparta de la fe? ¿O con el sermón de la montaña, pasaje tan radical que sería complicado de cumplir para nuestro sistema de defensa? Así que antes de dejarse llevar lean su Biblia, por favor.

Esto me lleva al siguiente punto. La democracia demanda que cualquier cambio motivado por el hecho religioso se base en términos universales, más allá de la especificidad de cada religión. Cada idea puede ser discutida y dócil con sentido. Yo puedo oponerme al aborto por cuestiones religiosas, pero si pretendo aprobar una ley que prohíba su práctica, no puedo simplemente señalar las enseñanzas de mi iglesia o evocar la voluntad de Dios. Tengo que explicar por qué el aborto viola algunos principios propios de todos los credos, incluidos los de quienes tienen fe.

Esto será complicado para alguien que cree en la infalibilidad de la biblia, como creen muchos evangélistas. Pero en una democracia plural, no tenemos elección. La política depende de nuestra habilidad para convencer al otro de objetivos comunes con una base de realidad común. Conlleva compromiso, es el arte de buscar lo posible. Si Dios ha hablado, entonces los seguidores tiene que vivir según las leyes de Dios, sin importar las consecuencias. Basar la vida de alguien en ese compromiso tan poco flexible puede ser encomiable, pero basar la política en un compromiso tal sería algo muy peligroso, y si tienen dudas, les daré un ejemplo.

Todos sabemos la historia de Abraham e Isaac. Dios ordena a Abraham sacrificar a su único hijo sin discusión. Se va con Isaac a la montaña, lo ata a un altar y levanta su cuchillo preparado para actuar como Dios le ha mandado.

Por supuesto al final Dios manda a un ángel a detener a Abraham, y este pasa el examen de devoción por Dios.

Pero es justo decir que si cualquiera de nosotros sale de esta iglesia y ve a Abraham en un tejado levantando su cuchillo, por lo menos, llamaríamos a la policía y esperaríamos que los Servicios Sociales apartasen a Isaac de Abraham. Haríamos eso porque no oímos lo que oye Abrahám, no vemos lo que ve él, aunque esas experiencias pueden ser reales. Así que lo mejor que podemos hacer es actuar según lo que todos vemos y oímos.

Por último, cualquier reconciliación entre fe y pluralismo democrático pasa por tener sentido de proporción.

Esto va para ambos bandos.

Hasta los que dicen que la Biblia es infalible, hacen distinciones entre los pasajes de la Escritura, siendo conscientes de que algunos de ellos, los Diez mandamientos o el creer en la divinidad de Cristo, son centrales para la fe cristiana, mientras que otros son más de tipo cultural y pueden ser adaptados a la vida moderna.

Los estadounidenses entendemos esto intuitivamente, y es por lo que los católicos practican el control de natalidad y algunos de los que se oponen al matrimonio homosexual también se oponen a una enmienda constitucional que lo prohíba. Los líderes religiosos no tienen por qué aceptar esa «sabiduría» en sus feligreses, pero sí deberían reconocerla en sus políticos.

Pero este sentido de proporción también debería guiar a los que vigilan la frontera entre iglesia y estado. Cada vez que se menciona en público a Dios no supone una piedra en el muro que nos divide, el contexto importa. Dudo que cuando los niños recitan el Pledge of Allegiance3 se sientan oprimidos o manipulados por decir la expresión «bajo Dios». Yo no me sentía así. El hecho de que haya grupos de oración de jóvenes  y que se reúnan en las escuelas voluntariamente no debería suponer ninguna amenaza. Y podemos imaginarnos algunos programas para exconvictos o toxicómanos basados en la fe que ofrecen formas muy válidas para resolver esos problemas.

Así que tenemos bastante trabajo por delante. Pero tengo esperanza en que podemos superar nuestras diferencias y librarnos de los prejuicios que cada uno traemos a este debate. Y tengo fe en que millones de creyentes quieren que eso ocurra. No importa lo religioso o no religioso que se sea, la gente está cansada de ver cómo se usa la fe como arma. No quieren que la fe se use para infravalorar o dividir. Porque en el fondo no es así como viven la fe en sus vidas.

Pienso que la mayoría de cristianos son realmente ateos debido a una serie de contradicciones que manifiestan al exponer sus argumentos basándose en lo que creen o lo que les han enseñado mediante una educación sociocultural donde la mayoría de las personas pertenecen a una religión en concreto.

Aunque no comparto la ideología religiosa de Obama, si comparto su filosofía de vida y como esta llevando a cabo su política. Pondré el discurso que esta expuesto en su web en el que hace referencia a las acusaciones de los judeocristianos más fundamentalistas y fanatistas (los que creen literalmente en la biblia y a los que yo considero los verdaderos creyentes y por lo tanto más peligrosos para la sociedad), y a la necesaria separación entre política y religión.

Comentario: En dicho discurso se ve claramente como la postura política y demagógica fuerza a Obama a pronunciar un sentimiento cristiano a pesar de ser contradictorio con el resto de razones y argumentos que ofrece. Están señalados esos argumentos y se he añadido notas al discurso que aparecerán en rojo. Dichos argumentos le han costado las dura criticas de sectores religiosos judeocristianos y del sector más conservador estadounidense.

Discurso completo de Barack Obama

Washington DC 28 de Junio de 2006

Buenos días, agradezco la oportunidad de hablar aquí en la sede de Call to Renewall durante la conferencia «Pacto por una nueva América». He tenido la oportunidad de dar un vistazo a su pacto y creo que está repleto de políticas y «recetas» válidas para mucho de lo que padece este país. Por eso quiero felicitaros por las presentaciones que han tratado sobre pobreza y justicia en América y  por incomodar al poder político aquí en Washington.

Pero hoy querría hablar de la conexión entre religión y política y ofrecer quizás algunos pensamientos  acerca de cómo podemos examinar algunas de las, a menudo amargas discusiones a las que hemos asistido en los últimos años.

Lo hago así porque, como sabéis,  podemos afirmar la importancia de la pobreza en la Biblia; y podemos publicar este «Pacto por una nueva América». Podemos hablar a la prensa, podemos discutir sobre la llamada que desde la religión se nos hace hacia la pobreza y el medio ambiente todo lo que queramos, pero eso no tendrá ningún efecto hasta que afrontemos las sospechas mutuas que en ocasiones existen entre la América religiosa y la América secular.

Quiero comenzar con un ejemplo que creo lo ilustra con claridad. Como algunos sabéis, durante las Elecciones al Senado de EEUU de 2004, me enfrentaba con un «caballero» llamado Alan Keyes. El Sr. Keyes es hábil en el uso de la retórica del tipo Jerry Falwell-Pat Robertson que a menudo califica a los progresistas de inmorales y ateos.

De hecho, el Sr. Keyes anunció al final de la campaña que «Jesucristo no votaría a Barack Obama porque Barack Obama se ha comportado de una forma inconcebible para Cristo»

«Jesucristo no votaría por Barack Obama»

Entonces, algunos de mis seguidores me recomendaron no tenerlo en cuenta, ignorarlo. Para ellos, el Sr. Keyes era un extremista y sus ideas no merecían perder el tiempo con ellas. Y como por aquel entonces, en las encuestas iba 40 puntos por encima, probablemente no era un mal consejo.

Pero lo que no entendían era que yo me tenía que tomar muy en serio lo dicho por el Sr. Keyes, porque hablaba en nombre de mi religión y de mi Dios. Se proclamó dueño de algunas verdades.

«El Sr. Obama dice ser cristiano – decía – y apoya un estilo de vida que la Biblia califica de abominación.»

«»El Sr. Obama dice ser cristiano pero apoya la destrucción de vidas inocentes y sagradas.» (Nota: refiriéndose a su postura ante el aborto)

¿Y qué esperarían mis votantes que dijese? ¿Cómo debería responder? ¿Debería decir que una lectura literal de la Biblia era estúpida? ¿Debería decir que el Sr. Keyes, que es católico, debería ignorar las enseñanzas del Papa?

Reacio a entrar por ahí, respondí de la forma que normalmente lo hacen los progresistas en esos debates. Dije que vivíamos en una sociedad plural y que no puedo imponer a otro mi personal visión religiosa, que me presentaba al Senado de EEUU por Illinois y no a obispo de Illinois.

Pero la acusación implícita del Sr. Keyes de que no era un verdadero cristiano me molestó, y además era consciente de que mi respuesta no dejaba clara la influencia que mi fe tiene en mis valores y creencias.

Este dilema no era exclusivamente mío. De hecho, reflejaba el amplio debate que ha existido en este país durante los últimos 30 años en torno al papel de la religión en la política.

Desde hace algún tiempo, las encuestas y los expertos coinciden al señalar que la división política de este país se ha basado en las tendencias religiosas. De hecho el factor que más influye para la afiliación a un partido político entre los estadounidenses blancos hoy en día no es el sexo ni los llamados estados rojos (mayoritariamente republicanos) ni los estados azules (mayoritariamente demócratas), si no el asistir o no a la iglesia regularmente.

Los políticos conservadores han usado encantados este factor, recordando constantemente a los cristianos evangélicos que los demócratas no respetamos sus valores ni su  Iglesia, mientras sugieren al resto del país que las personas religiosas solo deben preocuparse de temas como el aborto o el matrimonio homosexual, la oración en la escuela.

Los demócratas, generalmente, hemos entrado al trapo. En el mejor de los casos, hemos tratado de evitar por completo la discusión de los valores religiosos, por el miedo de ofender a alguien y excusándonos – a pesar de nuestras propias creencias – en que los principios constitucionales nos atan las manos. En el peor de los casos, hay algunos progresistas que rechazan públicamente la religión por considerarla irracional  o intolerante, caricaturizando a las personas religiosas y tachándolas de fanáticas, o pensando que la palabra cristiano describe un oponente político, no una persona de fe.

Tales estrategias nos pueden servir a los progresistas cuando nuestro oponente es como Alan Keyes. Pero a largo plazo, creo que nos equivocamos al no reconocer la importancia de la fe en la vida de las personas de EEUU, y creo que ha llegado el momento de abrir un debate en torno a cómo conciliar la fe con nuestra sociedad plural y moderna.

Lo primero que hemos de entender entonces, es que los estadounidenses son gente religiosa. El 90% creemos en Dios, el 70% se encuadran en una religión organizada, el 38% se califican a sí mismos como cristianos comprometidos, y hay más gente en EEUU que cree en los ángeles que en la evolución.

Esta tendencia religiosa no es simplemente el resultado de las exitosas campañas de marketing que llevan a cabo los predicadores  de las mega-iglesias. De hecho, habla de una necesidad que va más allá de cualquier tema.

Cada día, parece que miles de americanos hacen sus tareas cotidianas –dejar a los niños en el colegio, ir a la oficina, correr a una reunión de trabajo, hacer la comprar en el super, intentar mantenerse en la dieta. Se dan cuenta de que echan algo de menos. Se dan cuenta de que sus trabajos, sus posesiones, sus diversiones, sus formas de estar ocupados no son suficiente.

Quieren una razón de ser, una trascendencia en sus vidas. Buscan aliviar la soledad crónica,  que según recientes estudios padecemos los estadounidenses: cada vez tenemos menos amigos íntimos, menos personas de confianza. Y por eso necesitan estar seguros de que alguien ahí fuera se preocupa por ellos,  les escucha, que no están destinados a recorrer un largo camino hacia la nada.

Y hablo con cierta experiencia en esto. No crecí en una familia especialmente religiosa, como sin duda muchos de los que estáis aquí. Mi padre, que volvió a Kenia cuando yo tenía 2 años, fue musulmán pero de adulto pasó a ser ateo. Mi madre, cuyos padres fueron baptistas y metodistas no practicantes, fue probablemente una de las personas más espirituales y bondadosas que he conocido, pero creció con un sano escepticismo en la religión organizada. Y como consecuencia de eso, yo también.

No fue hasta después de la Universidad, cuando fui a Chicago a trabajar como organizador comunitario para un grupo de iglesias cristianas, cuando me enfrenté a mi propio dilema espiritual.

Trabajaba con iglesias, y los cristianos con los que trabajaba se reconocían en mí. Vieron que conocía la Biblia, que compartía sus valores y cantaba sus canciones. Pero también sintieron que había una parte de mí que me hacía permanecer alejado, que era un observador en medio de ellos.

Y al cabo de un tiempo yo también empecé a darme cuenta de que faltaba algo, que mis creencias sin rumbo, que sin un compromiso con una comunidad particular de fe, a cierto nivel siempre estaría aparte y solo.

Y si no fuese por las cualidades particulares de la iglesia negra, podría haber aceptado ese destino. Pero según pasaban los meses en Chicago, me sentí arrastrado no solo a trabajar con la iglesia si no a estar en la iglesia. (Nota: Para entender la diferencia de valores morales entre iglesias necesitaríamos otro articulo dedicado a ello. Como resumen se puede aclarar que las iglesias negras son , si cabe, aun más comunitarias y tienden a conseguir adeptos gracias a su involucración con las comunidades más desfavorecidas y pobres, que suelen ser las comunidades afroamericanas donde residen la mayoría de gente pobre y analfabeta.)

Creía y todavía creo en el poder de la tradición religiosa afroamericana para suscitar el cambio social, un poder hecho real por algunos de los líderes que hoy estáis presentes. Debido a su pasado, la iglesia negra entiende de manera íntima la llamada bíblica a dar de comer al hambriento, vestir al desnudo y desafiar al poder  y a las autoridades. Y en su lucha histórica por la libertad y los derechos del hombre,  pude ver fe, no tanto como en una forma de hacer más cómodo el camino o de compensar la muerte, si no más bien como un agente palpable y activo en el mundo. Como una fuente de esperanza.

Y quizá de este íntimo conocimiento de la adversidad –  basando la fe en la lucha –  la iglesia me ofreció otro pensamiento revelador, que creo es importante destacar:

La fe no significa que no tengas dudas.

Necesitas ir a la iglesia en primer lugar precisamente porque eres de este mundo. Necesitas encontrarte, abrazar a Cristo precisamente porque tienes pecados, porque eres humano ynecesitas un aliado en este difícil viaje.

Debido a estos nuevos descubrimientos, pude finalmente caminar por el pasillo de la Trinity United Church of Christ en la calle 95 en la zona sur de Chicago y afirmar mi fe en Cristo. Fue más una elección que una aparición. Las preguntas que tenía no desaparecieron como por arte de magia. Pero al arrodillarme bajo esa cruz, sentí que oía al espíritu de Dios llamarme. Me dispuse a cumplir Su voluntad y a dedicar mi vida a descubrir Su verdad. (Nota: como todo cristiano, basa sus creencias y su fe en sentimientos, emociones y estado sociocultural)

Ese es un camino compartido por millones y millones de estadounidenses – evangélicos, católicos, protestantes, judíos, musulmanes…- algunos desde que nacieron y otros en determinados momentos de cambio en sus vidas. Y no es algo que separen del resto de sus creencias y valores, de hecho, es lo que a menudo guía esas creencias y valores.

Y es por eso que si queremos hablar a la gente donde está, para comunicar nuestras esperanzas y valores de manera que sea importante para ellos, como progresistas no podemos abandonar el discurso religioso.

Porque cuando ignoramos el debate de qué significa ser un buen cristiano o musulmán o judío, cuando discutimos la religión sólo desde el sentido negativo de algo que no debería ser practicado y no desde el sentido positivo de lo que me dice de mis obligaciones con el otro, cuando evitamos las reuniones o publicaciones religiosas porque asumimos que nos seremos bienvenidos, otros llenarán ese hueco, los que tienen una imagen de la fe muy cerrada, o los que cínicamente usan la religión para justificar fines partidistas.

En otras palabras, si no llegamos a los cristianos evangelistas y de otras religiones americanas y les decimos lo que creemos, entonces los Jerry Falwells, Pat Robertsons y Alan Keyess del mundo seguirán dominándolo.

Fundamentalmente, la incomodidad que supone para algunos progresistas cualquier referencia religiosa nos ha prevenido de plantear determinados temas en términos morales. Parte del problema es de retórica, si borramos del lenguaje cualquier contenido religioso, perdemos la posibilidad de usar las imágenes y la terminología a través de las que millones de estadounidenses entienden tanto su moral personal como  la justicia social.

Imaginad el Segundo discurso inaugural de Lincoln sin la referencia a «los juicios de Dios». O el discurso de «Tengo un sueño» de Luther King sin las referencias a «todos los hijos de Dios». Su forma de convocar a una verdad superior les sirvió para inspirar lo que parecía imposible, y contribuyó a poner las miradas en un horizonte común para el país.

Sin embargo, nuestro fallo como progresistas a la hora de aprovechar los cimientos morales de nuestra nación, no es solo de retórica. Nuestro miedo a resultar moralizantes nos lleva a subestimar el papel  que juegan los valores y la cultura en alguno de nuestros problemas sociales más urgentes.

Después de todo, los problemas de pobreza y racismo, los que no tienen seguro médico o están sin empleo, no son simplemente problemas técnicos a solucionar con un plan perfecto. Están enraizados en la indiferencia social y la insensibilidad individual, en las imperfecciones del hombre.

Resolver estos problemas requerirá cambios en la política del gobierno, pero también requerirá cambios en los corazones y en las mentes. Creo en mantener las armas fuera del centro de las ciudades y que nuestros líderes deben decirlo claramente delante del lobby de fabricantes de armas, pero también creo que cuando un pandillero dispara indiscriminadamente contra un grupo de gente porque siente que alguien no le respeta, tenemos un problema moral. Hay un agujero en el corazón de ese chico, y el gobierno no puede cerrarlo solo.

Creo en reforzar las leyes contra la discriminación. Pero también creo que un cambio de mentalidad y un compromiso con la diversidad por parte del gobierno del país podrían conseguir mejores resultados que una legión abogados. De todas formas, ellos tienen más abogados que nosotros…

Creo que deberíamos invertir más dinero de los impuestos en educar a los jóvenes más pobres. Creo que el trabajo que ha hecho Marian Wright Edelman2 toda su vida es exactamente como deberíamos priorizar los recursos del país más rico del mundo. También creo que deberíamos darles la información sobre anticoncepción que puede prevenir embarazos no deseados, reducir las cifras de abortos y ayudar a que todos los niños sean queridos y protegidos. (Nota: postura que no respalda el catolicismo)

Pero mi Biblia me dice que si orientamos a un joven por el camino que debe ir, cuando sea mayor no se apartará de él. (Nota: este es el pensamiento que tienen precisamente las iglesias a la hora de inculcar desde muy tempreana edad su sistema de valores y creencias) Así que creo que la fe y la orientación puede ayudar a fortalecer la percepción que una joven tiene de sí misma, el sentido de responsabilidad de un joven y el respeto que todo joven debería tener ante el tema de la sexualidad.

No sugiero que todos los progresistas de repente utilicen terminología religiosa, eso sería peligroso. Nada es más transparente que la falsa expresión de la fe.

De hecho, como no creo que las personas religiosas tengan el monopolio de la moralidad, preferiría apoyar a alguien ateo/agnóstico con una base moral y ética firme, que a alguien que finja creer en algo.

Pero lo que sugiero es que los no creyentes se equivocan cuando piden a los creyentes que dejen su religión fuera del ámbito público. De hecho la mayoría de los grandes reformistas de la historia de EEUU, sin estar motivados únicamente por su fe, en repetidas ocasiones usaron lenguaje religioso para argumentar sus posturas. Decir que esos hombres y mujeres no deberían haber introducido en los debates políticos su moral   personal, es absurdo. Nuestra ley es por definición la codificación de la moralidad, en su mayor parte basada en la tradición judeocristiana. (Nota: Esto es algo relativamente cierto o cierto pero no del todo correcto. Los judeocristianos actuales no tienen los mismos valores que los que fundaron la constitución de los estados unidos. Debido al avance tecnológico de la comunicación, la sociedad a cambiado de sistemas morales en menos de un siglo. Hecho que a producido una cantidad de cambios socioculturales dentro del cristianismo, el cual antes veía correctas cuestiones como la esclavitud y ahora se considera como algo reprobable. Tampoco todos los fundadores de la constitución americana eran judeocristianos y usaron una moral más basada en la religión que en humanismo y la razón y la lógica. De hecho en las primeras enmiendas se exige una clara separación entre política y religión y varios de los presidentes fundadores fueron más ateos que cristianos convencidos.)

Es más, si los progresistas apartamos estos prejuicios, podríamos reconocer algunos valores que nos unen tanto a los creyentes como a los no creyentes, al hablar de la dirección moral y material de nuestro país. Podríamos reconocer la llamada a sacrificarnos por el bien de la siguiente generación, la necesidad de pensar en «tú» y no solo en «yo», se hace presente en las confesiones religiosas de todo el país. Y podríamos darnos cuenta de la posibilidad de unir a millones de estadounidenses creyentes con el objetivo de una renovación de EEUU.

Algo de esto está empezando a pasar. Algunos pastores amigos míos están usando sus influencias para combatir el SIDA, aliviar la deuda del Tercer Mundo, y el genocidio en Darfur. Pensadores y activistas religiosos están cumpliendo el mandato bíblico de ayudar al pobre movilizando a los cristianos en contra de recortes presupuestarios de programas sociales y en contra del crecimiento de las desigualdades.

Por cierto, necesitamos cristianos en el capitolio, judíos en el capitolio, musulmanes en el capitolio hablando de fiscalidad. Cuando tienes un debate sobre fiscalidad que propone un recorte de 1 billón de dólares de programas sociales para que vaya a las manos  repletas de unas personas que no lo necesitan y ni siquiera lo han pedido, te das cuenta de que necesitamos una inyección de moral en nuestra clase política.

A lo largo del país, las iglesias como la mía o la tuya están apoyando programas de salud, construyendo centros de mayores, ayudando a exconvictos a reclamar sus vidas y reconstruyendo los desastres provocados por el Katrina.

Así que la cuestión es, ¿Cómo construir sobre estos lazos todavía endebles entre creyentes y no creyentes de buena voluntad? Llevará mucho más trabajo del hecho hasta ahora. Las tensiones y sospechas de cada lado deberán salvarse, y cada lado tendrá que aceptar algunas reglas de colaboración básicas.

Ya he desglosado un poco del trabajo que tienen que hacer los líderes progresistas, ahora quiero hablar un poco de lo que deben hacer los líderes conservadores, algunas verdades que deben reconocer.

Deben entender el papel primordial que la separación entre iglesia y estado ha jugado para preservar no solo nuestra democracia, si no también la fuerza de nuestra práctica religiosa. La gente tiende a olvidar que durante nuestra fundación no fueron los ateos o los libertarios los más importantes defensores de la primera enmienda. Si no las minorías perseguidas, fueron baptistas y evangelistas los que no quisieron una religión patrocinada por el estado ante la posibilidad de que este entorpeciese la práctica de la fe como ellos la entendían. (Nota: movidos nada mas que por el interes a no perder sus costumbres y tradiciones)

Además, debido a la diversidad creciente en la población estadounidense, los peligros del sectarismo nunca han sido mayores. Da igual lo que fuimos antes, ya no somos una nación exclusivamente cristiana, si no también judía, musulmana, budista, hinduista, y una nación de no creyentes.

Y aunque solo fuésemos cristianos, si expulsásemos a todo no-cristiano de EEUU, ¿qué forma de cristianismo sería enseñado en las escuelas? ¿Qué pasajes de la Escritura seguiríamos? ¿Iríamos con el Levítico, que sugiere que la esclavitud está bien pero comer marisco es horrible? ¿Y el Deuteronomio? ¿Qué sugiere apedrear a tu hijo si se aparta de la fe? ¿O con el sermón de la montaña, pasaje tan radical que sería complicado de cumplir para nuestro sistema de defensa? Así que antes de dejarse llevar lean su Biblia, por favor.

Esto me lleva al siguiente punto. La democracia demanda que cualquier cambio motivado por el hecho religioso se base en términos universales, más allá de la especificidad de cada religión. Cada idea puede ser discutida y dócil con sentido. Yo puedo oponerme al aborto por cuestiones religiosas, pero si pretendo aprobar una ley que prohíba su práctica, no puedo simplemente señalar las enseñanzas de mi iglesia o evocar la voluntad de Dios. Tengo que explicar por qué el aborto viola algunos principios propios de todos los credos, incluidos los de quienes tienen fe.

Esto será complicado para alguien que cree en la infalibilidad de la biblia, como creen muchos evangélistas. Pero en una democracia plural, no tenemos elección. La política depende de nuestra habilidad para convencer al otro de objetivos comunes con una base de realidad común. Conlleva compromiso, es el arte de buscar lo posible. Si Dios ha hablado, entonces los seguidores tiene que vivir según las leyes de Dios, sin importar las consecuencias. Basar la vida de alguien en ese compromiso tan poco flexible puede ser encomiable, pero basar la política en un compromiso tal sería algo muy peligroso, y si tienen dudas, les daré un ejemplo.

Todos sabemos la historia de Abraham e Isaac. Dios ordena a Abraham sacrificar a su único hijo sin discusión. Se va con Isaac a la montaña, lo ata a un altar y levanta su cuchillo preparado para actuar como Dios le ha mandado.

Por supuesto al final Dios manda a un ángel a detener a Abraham, y este pasa el examen de devoción por Dios.

Pero es justo decir que si cualquiera de nosotros sale de esta iglesia y ve a Abraham en un tejado levantando su cuchillo, por lo menos, llamaríamos a la policía y esperaríamos que los Servicios Sociales apartasen a Isaac de Abraham. Haríamos eso porque no oímos lo que oye Abrahám, no vemos lo que ve él, aunque esas experiencias pueden ser reales. Así que lo mejor que podemos hacer es actuar según lo que todos vemos y oímos.

Por último, cualquier reconciliación entre fe y pluralismo democrático pasa por tener sentido de proporción.

Esto va para ambos bandos.

Hasta los que dicen que la Biblia es infalible, hacen distinciones entre los pasajes de la Escritura, siendo conscientes de que algunos de ellos, los Diez mandamientos o el creer en la divinidad de Cristo, son centrales para la fe cristiana, mientras que otros son más de tipo cultural y pueden ser adaptados a la vida moderna.

Los estadounidenses entendemos esto intuitivamente, y es por lo que los católicos practican el control de natalidad y algunos de los que se oponen al matrimonio homosexual también se oponen a una enmienda constitucional que lo prohíba. Los líderes religiosos no tienen por qué aceptar esa «sabiduría» en sus feligreses, pero sí deberían reconocerla en sus políticos.

Pero este sentido de proporción también debería guiar a los que vigilan la frontera entre iglesia y estado. Cada vez que se menciona en público a Dios no supone una piedra en el muro que nos divide, el contexto importa. Dudo que cuando los niños recitan el Pledge of Allegiance3 se sientan oprimidos o manipulados por decir la expresión «bajo Dios». Yo no me sentía así. El hecho de que haya grupos de oración de jóvenes  y que se reúnan en las escuelas voluntariamente no debería suponer ninguna amenaza. Y podemos imaginarnos algunos programas para exconvictos o toxicómanos basados en la fe que ofrecen formas muy válidas para resolver esos problemas.

Así que tenemos bastante trabajo por delante. Pero tengo esperanza en que podemos superar nuestras diferencias y librarnos de los prejuicios que cada uno traemos a este debate. Y tengo fe en que millones de creyentes quieren que eso ocurra. No importa lo religioso o no religioso que se sea, la gente está cansada de ver cómo se usa la fe como arma. No quieren que la fe se use para infravalorar o dividir. Porque en el fondo no es así como viven la fe en sus vidas.

Así que déjenme terminar con otra anécdota que me ocurrió durante la campaña. Algunos días después de que ganase la nominación demócrata para el Senado. Recibí un email de un médico de  la Facultad de Medicina de Chicago que decía:

«Quiero felicitarle por su impresionante e inspiradora victoria. Estoy satisfecho de haberle votado y le diré que estoy considerando votarle en las elecciones generales. Le escribo para expresarle las dudas que me surgen en la decisión de apoyarle.»

El médico se describía como cristiano que entendía sus compromisos de forma global. Su fe le llevaba a una fuerte oposición al aborto y al matrimonio homosexual, pero me dijo que su fe  también le llevaba a cuestionarse el libre mercado y el recurso instantáneo de la fuerza militar que parecían las bases del partido republicano.(Nota: esto es debido a las contradicciones que genera tener dos biblias completamente distintas dentro de una. Gracias a estas contradicciones un creyente puede elegir, según sus limites morales, que parte de la biblia escoger e interpretarla según le convenga o su comprensión le haga entender. Podrá elegir a un Dios sádico y genocida que da mandamientos machistas, esclavistas, xenófobos, etc. basándose en lo escrito en el Antiguo testamento, o un Dios más o menos comprensivo con las clases desfavorecidas y un cierto sentido de paz. Dando igual cual elija, la homofobia esta presenten en ambos testamentos, de ahí que esa persona sienta rechazo ante este tipo de comportamientos y valores)

Pero la razón por la que este médico se planteaba no votarme no era simplemente por mi posición respecto al tema del aborto. Sobre todo era, porque había leído una cita en mi página web que decía que yo lucharía «las ideologías de derecha que quieren quitar a la mujer el derecho a decidir». El médico siguió escribiendo:

«Creo que usted tiene un gran sentido de Justicia… y creo también que es una persona imparcial, de convicciones y respetuosa con los que piensan diferente… pero más allá de sus convicciones, si piensa de verdad que todos los que se oponen al aborto son conducidos por su ideología y el deseo perverso de infligir sufrimiento en las mujeres, en mi opinión, es usted un obtuso. Sabe que vivimos tiempos con grandes posibilidades para el bien y el mal, en los que tratamos de encontrar un sentido político común en medio de esta pluralidad, en los que no estamos seguros de qué pasos dar por el miedo a ofender a otros… No le pido que se posicione en contra del aborto, pero sí que trate este tema con imparcialidad»

Imparcialidad

Así que me fui a mi página web y encontré esas palabras que le habían ofendido y que mi equipo había puesto allí durante las primarias Demócratas, usando una expresión «estándar» del partido para ilustrar mi posición de apoyo a la libre elección de la mujer, en un momento en que mis oponentes estaban cuestionando mi compromiso para proteger a Roe V Wade.

Releyendo la carta del médico sentí vergüenza. Es gente como esta la que pide un debate más profundo y global a cerca de la religión en este país. Puede que no cambien sus posiciones, pero están dispuestos a escuchar y a aprender de las personas que quieren tratar el tema con imparcialidad. Los que conocen la importancia que tiene Dios en las vidas de tantas personas  y que no quieren tratar este tema como otro tema político más con el que conseguir votos.

Así que le respondí al médico y le agradecí su consejo. Al día siguiente pasé ese email a mi equipo y cambié la expresión en mi web. Y esa noche cuando me fui a la cama recé una oración en la que pedía poder ver a los demás desde la mirada positiva con la que el médico me había mirado a mí. Es una oración que creo comparto con muchos estadounidenses. La esperanza de que podamos vivir juntos, uniendo las creencias de cada uno con lo bueno de todos. Es una oración que merece la pena hacer y un debate que merece la pena tener en los  próximos meses y años.

Gracias.

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Notas:

1 Call to Renewal es una organización  creada en 1995 para tratar la relación entre Política y Religión en EEUU. Además y como alternativa a los grupos cristianos más conservadores, pretende y lleva a cabo  actividades y políticas de índole social.

2 Marian Wright Edelman es una activista estadounidense de los derechos de los niños, presidenta y fundadora de la Fundación en Defensa de los niños

3 Compromiso de lealtad: a la nación y a la bandera, recitado en escuelas y actos públicos en EEUU.

4 Caso de los años 70  del Tribunal Supremo de EEUU que promulgó que las leyes contra el aborto que existían en aquel momento no eran constitucionales.

Fuentes:

http://www.barackobama.com/2006/06/28/call_to_renewal_keynote_address.php

http://gazteok.org/unamirada.php?mira=69

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carlos
carlos
13 años atrás

Hola. Buen enlace. Por favor, cambia «policía» por «política» en el título,

luis
luis
3 años atrás

El problema de Estados Unidos es que la población en un porcentaje importante llega al fanatismo religioso y ya son incontables los casos de asesinos que actúan por mandato divino, ese país tiene un cáncer y es la religión, afortunadamente los tribunales, actuando con buen criterio, han impedido que la enseñanza de religión en las escuelas públicas sea una realidad, no es mucho pero es un paso importante para frenar el fanatismo.

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