"Sólo a partir de Darwin se ha comprendido que no somos la especie elegida, sino como dice Robert Foley, una especie única entre muchas especies únicas, aunque eso sí, maravillosamente inteligente. Y no deja de ser paradójico que tantos años de ciencia nos hallan llevado a saber algo que cualquier bosquimano del Kalahari, cualquier aborigen australiano, o cualquiera de nuestros antepasados que pintaron la cueva de Altamira conocía de sobra: Que la Tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la Tierra."

Juan Luis Arsuaga

Evolución: La base de la biología – Manuel Soler

El título de este libro está basado en un hecho: la evolución es la base de la biología. “Nada tiene sentido en biología excepto bajo el prisma de la evolución”. Esta frase del eminente evolucionista Theodosius Dobzhansky es, seguramente, una de las más citadas en las ciencias biológicas. Esta afirmación es aceptada en el ámbito mundial y España no es una excepción, los biólogos españoles son conscientes de la importancia de la evolución. Citas como la mencionada del profesor Dobzhansky u otras parecidas, como por ejemplo: “La teoría de la evolución ha sido la principal idea unificadora de la biología” (J. Maynard Smith), o, “Ninguna otra idea en biología es tan poderosa científicamente ni tan estimulante intelectualmente como la evolución” (M. Ridley), son resaltadas muy frecuentemente en conferencias y en las memorias que los profesores de universidad españoles preparamos cuando pretendemos acceder a una plaza de profesor titular o de catedrático de universidad. Sin embargo, a nivel académico, la importancia que se le da a la evolución es prácticamente nula, hay muy pocas universidades que estén impartiendo una asignatura de evolución, y en los pocos casos donde se hace, frecuentemente se presentan programas muy sesgados hacia alguna especialidad concreta. Esta es la gran contradicción de la biología española, mientras que en las universidades de la mayor parte de los países civilizados, la evolución domina de una forma aplastante los planes de estudio de biología, en nuestro país (y algún otro del ámbito mediterráneo), no se tiene prácticamente en cuenta a la hora de diseñarlos. La tradición evolutiva de la biología española es tan escasa, que ni siquiera se traducen los libros más clásicos y famosos, los que ya han sido traducidos a multitud de idiomas (por ejemplo el de Douglas J. Futuyma (“Evolutionary Biology”).

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El título de este libro está basado en un hecho: la evolución es la base de la biología. Nada tiene sentido en biología excepto bajo el prisma de la evolución. Esta frase del eminente evolucionista Theodosius Dobzhansky es, seguramente, una de las más citadas en las ciencias biológicas. Esta afirmación es aceptada en el ámbito mundial y España no es una excepción, los biólogos españoles son conscientes de la importancia de la evolución. Citas como la mencionada del profesor Dobzhansky u otras parecidas, como por ejemplo: La teoría de la evolución ha sido la principal idea unificadora de la biología (J. Maynard Smith), o, Ninguna otra idea en biología es tan poderosa científicamente ni tan estimulante intelectualmente como la evolución (M. Ridley), son resaltadas muy frecuentemente en conferencias y en las memorias que los profesores de universidad españoles preparamos cuando pretendemos acceder a una plaza de profesor titular o de catedrático de universidad. Sin embargo, a nivel académico, la importancia que se le da a la evolución es prácticamente nula, hay muy pocas universidades que estén impartiendo una asignatura de evolución, y en los pocos casos donde se hace, frecuentemente se presentan programas muy sesgados hacia alguna especialidad concreta. Esta es la gran contradicción de la biología española, mientras que en las universidades de la mayor parte de los países civilizados, la evolución domina de una forma aplastante los planes de estudio de biología, en nuestro país (y algún otro del ámbito mediterráneo), no se tiene prácticamente en cuenta a la hora de diseñarlos. La tradición evolutiva de la biología española es tan escasa, que ni siquiera se traducen los libros más clásicos y famosos, los que ya han sido traducidos a multitud de idiomas (por ejemplo el de Douglas J. Futuyma (Evolutionary Biology).

 

En lo que respecta a la investigación evolutiva en España, se puede observar otra contradicción, ya que, aunque no demasiados, sí hay grupos españoles que están publicando trabajos en las revistas evolutivas más prestigiosas. Estos grupos españoles trabajan en campos tan diversos como la biología molecular, ecología y biología evolutiva, genética, paleontología, antropología, etc. Estos investigadores que han conseguido alcanzar un buen nivel de calidad reconocida internacionalmente, han obtenido los conocimientos evolutivos necesarios gracias a la consulta de los textos científicos publicados en inglés. Sin embargo, se podrían mencionar dos hitos importantes que han marcado la trayectoria de la evolución en España durante las tres últimas décadas, el primero fue la publicación, en 1974, del libro La evolución (Biblioteca de Autores Cristianos, de la Editorial Católica, S.A.), editado por tres paleontólogos y antropólogos españoles: Miguel Crusafont, Bermudo Melendez y Emiliano de Aguirre. Este libro tuvo una destacada repercusión en los campos de la antropología y paleontología, aunque no tanto en el de la biología. Los biólogos quizás estuvimos más influidos por el otro hecho destacable que fue la traducción de algunos libros del profesor Francisco J. Ayala, que constituyeron las primeras lecturas evolutivas de muchos de los que actualmente nos interesamos por estos temas.

Las dos contradicciones a las que me he referido: que la evolución es la gran olvidada de la biología española, y que existen investigadores españoles que están trabajando sobre temas evolutivos al más alto nivel, son los motivos que me decidieron a abordar el proyecto de preparar este libro. Era un libro necesario para llenar una laguna importante y en España existían las personas capacitadas para llevar a cabo ese proyecto. El objetivo es muy simple pero también, al mismo tiempo, muy ambicioso: me sentiría completamente satisfecho si con este libro se contribuyera a aumentar el interés por la evolución en España. Esto, posteriormente, posibilitaría el dar a la teoría evolutiva la importancia que se merece y que tiene en otros países científicamente más avanzados, lo cual implicaría promover la impartición de asignaturas como evolución o biología evolutiva en la universidad española, promover, igualmente, la creación de departamentos de evolución e invertir más en investigación en biología evolutiva.

El presente libro se puede considerar formado por tres grupos de capítulos, aunque no se ha hecho ninguna separación entre ellos. En el primero, el más amplio (20 capítulos), se aborda el estudio de los temas que podrían constituir un curso de evolución. En los cuatro primeros, a modo de introducción, se hace un repaso histórico riguroso de la historia de las teorías evolutivas (Capítulo 2), se destacan las razones que justifican el interés por el estudio de la evolución (Capítulo 3) y las principales evidencias a favor de la evolución (Capítulo 4). El Capítulo 5 se dedica a un tema polémico pero de gran importancia, en él se realiza una revisión sobre los niveles a los que actúa la selección natural. La genética cuantitativa, una de las disciplinas que más han contribuido al avance de la biología evolutiva durante el siglo XX, se estudia en el Capítulo 6, dedicando el Capítulo 7 a la selección natural, el principal mecanismo de actuación de la evolución. Los siguientes capítulos, desde el 8 hasta el 16, se dedican al estudio de las causas de la evolución abarcando temas tan interesantes como las estrategias vitales, la evolución del sexo y el cuidado parental, la selección sexual, los sistemas de apareamiento, etc. Temas como la biodiversidad, los métodos de clasificación, la filogenia y los mecanismos de especiación, se estudian en los temas 17 y 18. Esta primera parte se completa con el estudio de los aspectos históricos de la evolución, a la macroevolución se le dedica un amplio capítulo (el 19) y se le presta especial atención a la evolución humana dedicándole un capítulo aparte, el número 20.

En el segundo grupo de capítulos, se incluyen tres que están dedicados a lo que podríamos denominar evolución aplicada. En estos capítulos se destaca la importancia de tener en cuenta la evolución a la hora de gestionar los cotos y las fincas dedicadas a la explotación de las especies cinegéticas (Capítulo 21), de diseñar tratamientos más eficaces contra enfermedades e infecciones (Capítulo 22), y de promover planes y estrategias de conservación de la biodiversidad (Capítulo 23).

El tercer grupo de capítulos, está constituido por un total de 12 que podríamos englobar bajo el título de estudios tipo. Se trata de capítulos en los que los autores hacen una revisión de un tema evolutivo interesante del que han publicado artículos en revistas científicas de elevado prestigio internacional. Estas revisiones permiten hacer llegar a un público más amplio unos estudios llevados a cabo por investigadores españoles, que fueron publicados en revistas internacionales especializadas, y, por tanto, no asequibles a potenciales lectores interesados pero que no sean expertos en el tema.

Tras esta breve descripción del contenido del libro, a continuación, quisiera especificar algunas consideraciones importantes. En primer lugar, destacar que se ha pretendido que se utilice un lenguaje claro y asequible incluso para aquellas personas no expertas en el tema. Para facilitar la comprensión también se ha incluido un glosario al final del libro en el que se definen muchos de los términos especializados utilizados. Además, se ha intentado que cada capítulo sea comprensible por sí mismo, se ha preferido aceptar un cierto solapamiento (por ejemplo, entre los capítulos 6 y 7, o entre los números 9, 10 y 13) con el fin de conseguirlo, de esta forma no se obliga al lector interesado en un tema concreto a leer previamente los capítulos anteriores. Por otro lado, también habría que explicar el hecho, poco frecuente, de incluir en cada capítulo abundantes referencias bibliográficas (como si se tratase de un artículo en una revista científica especializada) que después se recogen completas al final. Son varios los motivos que se podrían destacar, por un lado, facilitar al lector novel interesado en alguno de los capítulos, el acceso a la bibliografía especializada propia del tema; y por otro, puesto que los capítulos han sido escritos con un nivel más que suficiente para que también sean utilizados por expertos en los temas, se han incluido las referencias bibliográficas por los mismos motivos que se utilizan en la literatura científica en general. Esto es, primero, reconocer públicamente el mérito a los autores que publicaron esos datos o emitieron la idea que se analiza, y segundo, dar referencia de la fuente de la que se obtienen los datos utilizados o los argumentos esgrimidos, ya que la identidad del autor y la revista o libro en que fue publicado el trabajo dará una idea al experto en el tema sobre la fiabilidad de dicha fuente.

Este libro se ha publicado sin ánimo de lucro, es el resultado del trabajo desinteresado de muchas personas, lo que ha permitido que su precio de costo esté muy por debajo de su precio real. Para mí, como editor, es una necesidad y un placer, dar las gracias, en primer lugar, a los autores que han escrito los capítulos que constituyen este libro, sin su trabajo concienzudo, ilusionado y desinteresado, este proyecto no habría sido posible. Especialmente quiero dar las gracias a los que accedieron a admitir más trabajo del que hubieran aceptado de buena gana y a pesar de eso lo llevaron a cabo con ilusión y eficacia. También quiero destacar la inestimable colaboración del profesor Francisco J. Ayala, un español que trabaja en Estados Unidos y uno de los evolucionistas más prestigiosos a nivel mundial; no sólo por haber aceptado escribir un prólogo para este libro, sino también, y principalmente, por la ilusión que ha puesto en el proyecto augurando que podría ser un paso importante para dar a la evolución biológica la importancia que se merece en la ciencia española. Igualmente quiero dar las gracias a mi amigo David Nesbitt que, también de forma desinteresada, derrochó ilusión, trabajo y talento en el diseño de la portada del libro, basado en la utilización de imágenes de diversos organismos que han sido utilizados como modelos en los estudios sobre evolución. Las figuras utilizadas en la portada y contraportada fueron cedidas amablemente por José Luis Sanz (foto del Archaeopteryx) Juan José Sanz (foto del papamoscas cerrojillo, Ficedula hypoleuca), Mauro Santos (foto de la mosca Drosophila buzzatii), Juan Carlos Senar (foto del herrerillo común, Parus caeruleus), Tim Sharbel (foto de Arabis drummondii), Alberto Tinaut (foto de la cabeza de hormiga) y David Nesbitt (dibujo del cráneo humano). También quiero destacar mi agradecimiento a los numerosos investigadores que actuaron como revisores y que son citados en el apartado agradecimientos de cada uno de los capítulos del libro. La Junta de Andalucía aportó una pequeña subvención para la publicación de este libro.

Prefacio del libro escrito por Francisco J. Ayala

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Apologista
Apologista
9 años atrás

En el periodo de Stalin, en la Unión Soviética todas las investigaciones científicas tenían que encajar con el “materialismo dialéctico” de Marx y Engels. Los que definen el darwinismo como la base de la biología tienen la misma mentalidad dogmática.
Los evolucionistas a menudo defienden la mentira de que la teoría de la evolución es la base de la biología… Los que defienden esta teoría sugieren que la biología no podría desarrollarse, ni siquiera existir, sin la teoría de la evolución. La razón tras esta afirmación es una demagogia nacida de la desesperación. El catedrático de filosofía Arda Denkel, uno de los nombres
más importantes en el panorama científico turco, hizo el siguiente comentario acerca de este tema:Por ejemplo, es incorrecto sugerir que “rechazar la teoría de la evolución signifique rechazar la biología y la geología, o los descubrimientos de la física y la química”. Porque para hacer tal inferencia (aquí un modus tollens) tiene que haber proposiciones acerca de descubrimientos químicos, físicos, geológicos y biológicos que respalden la teoría de la evolución. Sin embargo, los descubrimientos, o sus resultados,
no respaldan la teoría. Por tanto, no la demuestran.”23.
Es suficiente echar una ojeada a la historia de la ciencia para darse cuenta de que declarar que “la evolución es la base de la biología” es algo inválido e irracional. Si fuera cierto, significaría que las ciencias de la biología no se habían desarrollado en el mundo antes de que apareciera la teoría de la evolución, y que todas se crearon más tarde. Sin embargo, muchas ramas de la biología, como la anatomía, la fisiología y la palenteología, aparecieron y se desarrollaron antes que la teoría de la evolución. Por otro lado, la evolución es una hipótesis que los darwinistas intentan imponer a estas ciencias, pero que apareció más tarde que ellas. Un método parecido a este que usan los evolucionistas fue usado en la U.R.S.S. en tiempos de Stalin. En aquellos tiempos, el comunismo, la ideología oficial de la Unión Soviética, consideraba que la filosofía del “materialismo dialéctico” era la base de todas las ciencias. Stalin ordenó que todas las in vestigaciones científicas se amoldaran al materialismo dialéctico; así pues, todos los libros sobre biología, química,
física, historia, política e incluso arte tenían un prólogo en que se explicaba que estas ciencias estaban basadas en el materialismo dialéctico y en las visiones de Marx, Engels y Lenin. Sin embargo, esta obligación desapareció con el colapso de la U.R.S.S. y los libros volvieron a ser textos técnicos o científicos ordinarios que contenían la misma información. Abandonar
tonterías como el materialismo dialéctico no dejó a la ciencia en la sombra, sino que la liberó de presiones y obligaciones. Hoy en día no hay motivos para que la ciencia permanezca atada a la teoría de la evolución. La ciencia se basa en observación y experimentación. La evolución, por otro lado, es
una hipótesis sobre un pasado que no podemos observar. Es más: la ciencia y las leyes de la lógica siempre han demostrado la falsedad de los presupuestos y afirmaciones de esta teoría. Por supuesto, la ciencia no sufrirá ninguna pérdida cuando se abandone esta hipótesis. El biólogo americano G.W. Harper dice lo siguiente acerca de este tema: A menudo se dice que el darwinismo es básico para la biología moderna. Pero, al contrario, si todas las referencias al darwinismo desaparecieran de repente, la biología quedaría
básicamente sin cambios (…)24
En realidad, es al contrario: la ciencia progresará mucho más rápidamente y de un modo más sano cuando se libere de la insistencia de una teoría llena de dogmatismo, prejuicios, sinsentidos e invenciones.
Autor: Harum Yahya.

Escéptico
Escéptico
4 años atrás

Con respecto al comentario anterior, hay muchos magufos que niegan que los dinosaurios existieron, afirmando que los millones de fósiles son sólo montajes deliberadamente ensamblados por las élites. Sus mayores argumentos son que era imposible que animales de semejantes dimensiones pudieran reproducirse y que no se habían descubierto fósiles de dinosaurios hasta el siglo XIX.

Supongo que se ha topado con varios de éstos sujetos en su vida. ¿Sabe cómo responder a ello?

ateito
ateito
4 años atrás
Respuesta a  Escéptico

También podrías preguntarle: ¿Quienes son esas élites? ¿Con qué propósito ensamblaron esos montajes? ¿Como han ensamblado millones de montajes? ¿Forman parte de la conspiración los miles de investigadores que analizan esos fósiles?

Grezzo
Grezzo
3 años atrás

¿Qué opina sobre este artículo de los TDJ? https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1101985018#h=106

ateito
ateito
3 años atrás
Respuesta a  Grezzo

«La vida fue creada; no evolucionó» je je je:

https://es.wikipedia.org/wiki/Evoluci%C3%B3n_de_la_polilla_moteada

https://www.abc.es/ciencia/abci-mariposa-cambio-color-revolucion-industrial-201606021018_noticia.html

El sujeto que escribe ese texto emplea una falacia del falso dilema: No ha demostrado que el personaje de su libro sagrado creara a las especies. Como mucho habría rebatido la evolución.

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