"Una mente crédula [...] encuentra el mayor deleite en creer cosas extrañas y, cuanto más extrañas son, más fácil le resulta creerlas; pero nunca toma en cuenta las que son más sencillas y posibles, porque todo el mundo puede creerlas."

Samuel Butler

Vacas, cerdos, guerras y Brujas – Marvin Harris

Este libro trata de las causas de estilos de vida aparentemente irracionales e inexplicables. Algunas de estas costumbres enigmáticas aparecen entre pueblos sin escritura o “primitivos”: por ejemplo, los jactanciosos jefes amerindios que quemas sus bienes para mostrar cuán ricos son. Otras pertenecen a sociedades en vías de desarrollo, entre las cuales mi tema predilecto es el de los hindúes que rehúsan comer carne de vaca aun cuando se estén muriendo de hambre. Sin embargo, otras aluden a mesías y brujas que forman parte de la corriente principal de nuestra propia civilización. Para confirmar mi punto de vista, he elegido deliberadamente casos raros y controvertidos que parecen enigmas insolubles.

Índice de contenido

Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Piensa en ello…

Comentarios recientes
Facebook
Twitter
WhatsApp
Telegram
Email

cvlb179401Este libro trata de las causas de estilos de vida aparentemente irracionales e inexplicables. Algunas de estas costumbres enigmáticas aparecen entre pueblos sin escritura o “primitivos”: por ejemplo, los jactanciosos jefes amerindios que quemas sus bienes para mostrar cuán ricos son. Otras pertenecen a sociedades en vías de desarrollo, entre las cuales mi tema predilecto es el de los hindúes que rehúsan comer carne de vaca aun cuando se estén muriendo de hambre. Sin embargo, otras aluden a mesías y brujas que forman parte de la corriente principal de nuestra propia civilización. Para confirmar mi punto de vista, he elegido deliberadamente casos raros y controvertidos que parecen enigmas insolubles.

 

Nuestra época afirma ser víctima de una sobredosis de intelecto. Con un espíritu vengativo, los estudiosos trabajan afanosamente en intentar variaciones en los estilos de vida humanos. Y así se ha puesto de moda insistir en que los enigmas examinados en los capítulos que siguen no tienen ninguna solución. Quien preparó el terreno para gran parte de este pensamiento actual sobre los enigmas de los estilos de vida fue Ruth Benedict con su libro Patterns of Culture. Para explicar las sorprendentes diferencias entre las culturas de los kwakiutl, los dobuanos y los zuñi, Benedict recurrió a un mito que atribuyó a los indios digger. El mito decía: “Dios otorgó a cada pueblo una taza, una taza de arcilla, y de esta taza bebieron su vida… Todos hundían las tazas en el agua, pero cada taza era diferente”. Desde entonces esto ha significado para mucha gente que sólo Dios sabe por qué los kwakiult queman sus casas, por qué los hindúes se abstienen de comer carne de vaca, o los judíos y musulmanes aborrecen la carne de cerdo, o por qué algunas gentes creen en mesías mientras otras creen en brujas. El efecto práctico a largo plazo de esta experiencia ha sido desalentar la búsqueda de otro tipo de explicaciones. Pero una cosa está clara: si pensamos que un enigma no tiene una respuesta, nunca la encontraremos.

Para explicar pautas culturales diferentes tenemos que empezar suponiendo que la vida humana no es simplemente azarosa o caprichosa. Sin este supuesto, pronto se vuelve irresistible la tentación de renunciar a la tarea cuando afrontamos una costumbre o una institución que persiste en su carácter inescrutable. Con los años he descubierto que los estilos de vida que otros consideraban como totalmente inescrutables tenían en realidad causas definidas y fácilmente inteligibles. La principal razón por la que se han pasado por alto estas causas durante tanto tiempo es la de que todo el mundo está convencido de que “sólo Dios conoce la respuesta”.

Otra razón por la que muchas costumbres e instituciones parecen tan misteriosas estriba en que se nos ha enseñado a valorar explicaciones “espiritualizadas” de los fenómenos culturales en vez de explicaciones materiales de tipo práctico. Sostengo que la solución de cada uno de los enigmas examinados en este libro radica en una mejor comprensión de las circunstancias prácticas. Y mostraré que un estudio más minucioso de las creencias y prácticas que parecen más raras revela que éstas se hallan fundadas en condiciones, necesidades y actividades ordinarias, triviales, podríamos decir “vulgares”. Entiendo por solución trivial o vulgar la que se apoya en tierra y está integrada por tripas, sexo, energía, viento, lluvia y otros fenómenos palpables y ordinarios.

Esto no significa que las soluciones que vamos a presentar sean en cierto sentido simples o evidentes. Ni mucho menos. La identificación de los factores materiales pertinentes en los acontecimientos humanos es siempre una terea difícil. La vida práctica utiliza muchos disfraces. Cada estilo de vida se halla arropado en mitos y leyendas que prestan atención a condiciones sobrenaturales o poco prácticas. Estos arropamientos confieren a la gente una identidad social y un sentido de finalidad social, pero ocultan las verdades desnudas de la vida social. Los engaños sobre las causas mundanas de la cultura pesan sobre la conciencia ordinaria como láminas de plomo. Nunca es una tarea fácil, evitar, penetrar o levantar esta carga opresora.

En una época ávida por experimentar estados de conciencia, fuera de lo corriente, tendemos a pasar por alto hasta qué punto nuestro estado mental ordinario es ya una conciencia profundamente mistificada –una conciencia aislada de un modo sorprendentemente de los hechos prácticos de la vida-. ¿A qué obedece esto?

En primer lugar a la ignorancia. La mayor parte de la gente sólo es consciente de una pequeña parte de la diversidad de las alternativas en los estilos de vida. Si queremos pasar del mito y la leyenda a la conciencia madura, tenemos que comparar toda la variedad de culturas pasadas y presentes. En segundo lugar al miedo. Ante sucesos como el envejecimiento y la muerte, la conciencia falsa puede ser la única defensa eficaz.

La ignorancia, el miedo y el conflicto son los elementos básicos de la conciencia cotidiana. El arte y la política elaboran con estos elementos una construcción onírica colectiva cuya función es impedir que la gente comprenda qué es su vida social. Por consiguiente, la conciencia cotidiana no puede explicarse a sí misma. Su misma existencia depende de una capacidad desarrollada de negar los hechos que explican su existencia. No esperamos que los soñadores expliquen sus sueños; tampoco debemos, pues, esperar que los participantes en los estilos de vida expliquen sus estilos de vida.

Algunos antropólogos e historiadores adoptan el punto de vista opuesto. Argumentan que la explicación de los propios protagonistas constituye una realidad irreductible. Nos advierten que no debemos tratar jamás la conciencia humana como un “objeto”, y que el marco científico adecuado para el estudio de la física o de la química no es pertinente para el estudio de los estilos de vida. Algunos profetas de la moderna “contracultura” sostienen incluso que la excesiva “objetivación” es responsable de las injusticias y desastres de la historia reciente. Uno de ellos afirma que la conciencia objetiva siempre conduce a una pérdida de “sensibilidad moral”, equiparando así la búsqueda del conocimiento científico como el pecado original.

Nada sería más absurdo. El hambre, la guerra, el sexismo, la tortura y la explotación han estado presentes durante toda la historia y la prehistoria, mucho antes de que alguien lanzara la idea de intentar “objetivizar” los acontecimientos humanos.
Algunas personas, desilusionadas con los efectos secundarios de la tecnología avanzada, piensan que la ciencia es “el estilo de vida dominante en nuestra sociedad”.
Puede que esta afirmación valga para nuestros conocimientos de la naturaleza, pero se equivoca totalmente respecto a nuestros conocimientos de la cultura. Por lo que se refiere alos estilos de vida, el conocimiento no puede ser el pecado original, puesto que todavía permanecemos en nuestro estado original de ignorancia.

Pero permitidme posponer la discusión más extensa de las pretensiones de la contracultura hasta el último capítulo. Permitidme mostrar primero cómo se puede dar una explicación científica de importantes enigmas de los estilos de vida. Poco ganaremos argumentando sobre teorías que no están fundadas en hechos y contextos específicos. Sólo pido un favor: tened presente que, al igual que cualquier científico, espero presentar soluciones probables y razonables, no certeras. Sin embargo, por imperfectas que puedan ser, las soluciones probables deben tener prioridad sobre esa inexistencia de soluciones que vemos en el mito de los indios digger de Benedict. Como cualquier científico, acojo con satisfacción las explicaciones alternativas, siempre que cumplan mejor los requisitos de la demostración científica y en la medida que expliquen tanto. Pero empecemos con los enigmas.

Prólogo del mismo libro – Marvin Harrris – Antropólogo. (1927-2001)

 Compra online:

Este contenido es sólo para miembros registrados. Por favor login.
Liked it? Take a second to support ateoyagnostico on Patreon!
Become a patron at Patreon!
Facebook
Twitter
WhatsApp
Telegram
Email
Archivos

Artículos relacionados

También pueden interesarle

Subscribete
Notificar de
guest
0 Comentarios
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios
0
Me encantaría ver su opinión, por favor comentex

¡No podríamos hacerlo sin ti!

Únete a nuestra lista de suscriptores para apoyar el mantenimiento y el desarrollo continuo de nuestro sitio web.

Accede con tu cuenta