En El mito de la persecución, Candida Moss, una destacada experta en el cristianismo primitivo, revela cómo la iglesia primitiva exageró, inventó y falsificó historias de mártires cristianos y cómo el peligroso legado de un complejo de martirio se emplea hoy en día para silenciar la disidencia y galvanizar un nuevo generación de guerreros de la cultura.
De acuerdo con la apreciada tradición de la iglesia y la creencia popular, antes de que el emperador Constantino legalizara el cristianismo en el siglo IV, los primeros cristianos fueron perseguidos sistemáticamente por un brutal Imperio Romano que intentaba destruirlos. Según cuenta la historia, un gran número de creyentes fueron arrojados a los leones, torturados o quemados vivos porque se negaron a renunciar a Cristo. Estos santos, héroes inspiradores del cristianismo, todavía son venerados hoy.
Moss, sin embargo, expone que la «Era de los mártires» es una ficción: no hubo un esfuerzo sostenido de 300 años por parte de los romanos para perseguir a los cristianos. En cambio, estas historias eran exageraciones piadosas; reescrituras altamente estilizadas de las nobles tradiciones de muerte judías, griegas y romanas; e incluso falsificaciones diseñadas para marginar a los herejes, inspirar a los fieles y financiar iglesias.
La historia tradicional de la persecución todavía se enseña en las clases de la escuela dominical, se celebra en los sermones y es empleada por los líderes de la iglesia, los políticos y los expertos de los medios de comunicación que insisten en que los cristianos fueron, y siempre serán, perseguidos por un mundo secular hostil. Moss insta a los cristianos modernos a abandonar la suposición conspirativa de que el mundo está buscando cristianos y, más bien, aceptar el consuelo, la instrucción moral y la guía espiritual que brindan estas historias de martirio.
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3 comentarios
Aún hoy lo siguen haciendo. Aparte de los sujetos habituales -aborto, eutanasia, «ideología de género»- escuchar a fundamentalistas de ese tipo (un tal Julio Pérez esta vez) quejarse de que enseñar la teoría de la evolución en las escuelas es persecución es difícil de superar.
La cultura, el conocimiento y la diversidad les atacan. Pobrecillos…
Precisamente por eso les escucho, por puro «lulz» (supongo que habrá un equivalente en castellano de esa palabra). No sólo tengo que encontrar todavía a un tipo de ellos que no haya dicho que «el cristianismo no es una religión» o variantes, sino que las películas que se montan no tienen desperdicio. Del estilo de «ingenieros sociales que están imponiendo una cultura de la muerte y destrozar la familia basándose en eutanasia, aborto, e «ideología de género» alejando a la gente de Jesús y del temor de Dios».
El fanatismo del converso si sus historias sobre cómo se convirtieron son ciertas.