"La religión dogmática toma el aspecto y las proporciones de una gigantesca alucinación colectiva que se aparta de la realidad… esta actitud, tradicional en lo religioso, equivale, en efecto, a encogerse de hombros ante todo realismo."

Joseph Banks Rhine

Dios, el hijo de la israelita y el egipcio: un ejemplo «educativo» de muerte por blasfemia

Si hay algo que al religioso no le gusta es que le cuestionen. Estos pretenden escapar a la crítica y no dudan en 1º. o bien exponer moralejas mostrando ejemplos de qué sucederá si alguien lo hace (a modo educativo) o 2º. ser ellos mismos los artífices reales del castigo que se muestra en dichas moralejas.

Siguiendo el segundo punto, hace tan sólo un par de artículos expuse la pena que imponía un rey cristiano (Alfonso X) a quien este o su Iglesia considerara como “hereje”. Hace ya más tiempo, además, expuse qué castigos se imponían a estos y a quienes “blasfemaran”. Pero hoy no me centraré en ese segundo punto sino en el primero: las moralejas que la Biblia expone como ejemplo.

La Biblia, en un afán de “educar” (adoctrinar, más bien) enseñando que la crítica hacia esta y su dios es algo que no debe hacerse, dedica la mayoría de sus relatos a describir cuan de poderoso es el personaje que ellos representan y qué sucederá si no se le hace caso a este o, en su defecto, a ellos. Los argumentos ad baculum, soltar maldiciones a diestro y siniesto, son uno de los recursos que las religiones usan en su empeño por escapar de toda crítica hacia sus afirmaciones. He aquí, en este relato de Levítico, un ejemplo de ello.

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