Por poco crítico que uno sea, resulta muy difícil entrever la inspiración o autoría de Dios en textos que no pasan de ser la prueba de duros enfrentamientos por el poder entre facciones sacerdotales rivales que intentaban asegurarse para si los máximos beneficios económicos posibles, en los que no hubo el menor escrúpulo en falsear textos y atribuirlos a Moisés/Yavhé. Pepe Rodríguez

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