"La realidad es aquello que, cuando dejas de creer en ella, no desaparece."

Philip K. Dick

El mito de Cristo – Gonzalo Puente Ojea

En salto conceptual desde la mesianidad popular tradicional hasta la mesianidad celeste y expiatoria, que anunciaba la inminencia del Reino de Dios en la Nueva Jerusalén como cumplimiento de la esperanza de la promesa de Dios encarnado, testimonio diáfanamente formulado por él mediante una fórmula reiterada tres veces en cada uno delos evangelios sinópticos, y que se conoce , en la exégesis neotestamentaria, con el nombre de secreto mesiánico.

El Mito de Cristo, columna vertebral de la fe cistiana, se sustentó en este testimonio, cuyo público fracaso, trágico y sangriento, evidenció que sólo había sido una ficción histórico-teológica. No obstante, vino a construir parádogicamente el punto de arranque de una nueva religión mistérica, producto de la hibridación del judaísmo con el helenismo, tardíamente titulada cristianismo.

La ciencia frente a las creencias religiosas – Juan Antonio Aguilera Mochón

El viejo debate sobre las relaciones entre ciencia y religión, lejos de extinguirse por ausencia de novedades, ha cobrado vigor en los últimos años, sobre todo en el ámbito anglosajón. En Estados Unidos, los ataques a la enseñanza de la evolución por parte de activistas religiosos se están recrudeciendo, y han merecido una portada y un editorial de la gran revista científica Nature (2005). Como ha ocurrido en este caso, la respuesta desde las instancias científicas a los ataques directos a la ciencia por parte de algunos creyentes religiosos suele ser conciliadora con la religión en general, una respuesta que recibe el visto bueno de la mayor parte de los pensadores y autoridades religiosos. Habitualmente, en efecto, se defiende una posición próxima a esta:

«La religión ya no es enemiga de la ciencia. Ciencia y religión no son incompatibles, sino complementarias, y entre ellas se espera una «mutua armonía». Cuando -por ejemplo- los creacionistas niegan la evolución se trata de una invasión inaceptable del terreno científico, y cuando algunos científicos pretenden que la ciencia diga algo sobre lo sobrenatural o quieren que la ciencia guíe todas las actividades humanas estamos ante una intromisión improcedente en el terreno religioso.»

Diez mitos y diez verdades acerca del ateísmo – Sam Harris

Varias encuestas indican que el término “ateo” ha adquirido un extraordinario estigma en los Estados Unidos de tal forma que ser un ateo es ahora un perfecto impedimento para una carrera en la política ( entendida de tal manera en que ser Musulmán u homosexual no lo es). De acuerdo a una reciente encuesta de Newsweek, solo el 37% de los Americanos votarían para presidente a un ateo, que sea calificado en otros aspectos.

A menudo se imagina a los ateos como intolerantes, inmorales, deprimidos, ciegos a la belleza de la naturaleza y dogmáticamente cerrados a la evidencia de lo sobrenatural.

Aún John Locke, uno de los grandes patriarcas de la iluminación, creía que al ateísmo no se debería “tolerar del todo”, porque, decía él, “promesas, acuerdos y juramentos, que mantienen juntas las sociedades, podrían no ser mantenidas por los ateos”.

Eso fue 300 años atrás. Pero en los Estados Unidos hoy, algo parece haber cambiado. Un destacado 87% de la población afirma “nunca haber dudado” de la existencia de Dios; unos pocos 10% se identifican a sí mismos como “ateos”- y su reputación parece ir en deterioro.

Como es sabido que los ateos suelen estar entre la gente más inteligente y científicamente formada en cualquier sociedad, parece ser importante desinflar los mitos que les impiden jugar un papel mayor en el discurso nacional.

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