"No sé si exista Dios, pero sería mejor para Su reputación que no."

Jules Renard

El cristianismo estuvo en contra del teatro

Hoy día es habitual asistir al teatro e incluso socialmente se considera a este como una parte sustancial de la cultura (excepto, por lo visto y ¡casualmente!, para los políticos más afines a la religión). Sería impensable o por lo menos, de conocerse, a considerar como una actitud intolerante que un religioso actual criticara públicamente al teatro en general (y aun así, dentro de la religión, existen discrepancias y gente abiertamente contraria a este, hoy día, aun cuando es para fines apologéticos). Digamos que esto, hoy día y por norma general, es tan políticamente incorrecto que pocos, sólo los más fanáticos, consideran hacerlo.

Esta actitud mayoritariamente tolerante, pese a las apariencias actuales, no ha sido siempre así y el teatro, fuente crítica social, como tal, fue cuestionado y demonizado durante siglos por la religión cristiana.

Esta religión, que tanto presume de haber contribuido a la cultura, hizo siempre todo lo posible por empobrecerla: lo hizo prohibiendo libros y lo hizo contribuyendo a la prohibición o por lo menos el perjuicio del Teatro, tal y como ellos mismos confesaron orgullosos.

Al dios bíblico no le gustan los perros

Con aproximadamente una relación de 32.000 años, según las evidencias arqueológicas y genéticas, el Canis lupus familiaris o «perro doméstico» se convirtió en un compañero casi indispensable para nuestra especie: ya fuera primero eliminando desperdicios alimenticios, alimañas, cazando, ayudando al pastoreo, como defensa de sus «amos» o simplemente haciendo compañía. Este «mejor amigo del hombre», sin embargo, es usado en ámbitos lingüísticos y culturales en algunas ocasiones como un insulto. En esto, cómo no, también ha contribuido la religión.

La censura de la autobiografía de Darwin

La autobiografía de Darwin, Autobiography of Charles Darwin , que fue editada por su hijo, Francis Darwin, fue publicada en 1887. Pero esta había sido previamente censurada indirectamente por la religión: su esposa, Emma Wedgwood, una cristiana unitaria con fuertes convicciones religiosas a la que su marido le había pedido en una carta con fecha del 5 de julio de 1844 que publicara su obra en caso de fallecer, pasó por la censura los textos del propio Darwin antes de publicaros pues, según esta, los textos estaban escritos «con demasiada libertad».

La única cita respetable del budismo no la dijo Buda

«No creas en algo simplemente porque lo has escuchado. No creas en algo simplemente porque es hablado y rumoreado por muchos. No creas en algo simplemente porque se encuentra escrito en tus libros religiosos. No creas en algo simplemente por la autoridad de tus maestros y ancianos. No creas en las tradiciones solamente porque han sido transmitidas por generaciones. Más bien, después de la observación y el análisis, cuando te encuentres con algo que está de acuerdo con la razón y conduce al bien y al beneficio de todos y cada uno, entonces acéptalo y vive conforme a ello.»

¿Cuantos de vosotros habéis escuchado esta frase? La primera vez que la leí, hace ya décadas, cuando ya cuestionaba el adoctrinamiento realizado por otras religiones, en lo primero que pensé es en lo bueno que me empezaba a parecer el budismo. Comparándolo con el monoteísmo que había conocido hasta entonces el budismo se me antojaba tolerante, pacífico y racional. Con la experiencia, sin embargo, a medida que fui conociendo más sobre él y me adentraba en su filosofía, historia y textos, lo que descubrí es que no era oro todo lo que reluce. La frase que más me gusta de su fundador, por ejemplo, ni si quiera se le puede atribuir a él.

Los 3 pasos para fundar cualquier religión

Todas las religiones (más bien los fundadores y luego los seguidores de las mismas) dicen ser únicas. Todos, sin excepción, dicen que la suya es «la verdadera» y en su empeño por convencer a la gente de que tienen la razón absoluta (algo que se empeñan por recalcar constantemente) recurren a todo tipo de falacias apelando a los sesgos más comunes que padecemos. La idea es convencer emocionalmente a aquellas personas de que tienen que confiar ciegamente en ellos, sin importar cómo.

Para ello, lo más habitual es el convertir a este tipo de personas, generalmente más emocionales, en dependientes de la «droga» que ellos fabrican: las promesas indemostrables. Hacerles ver que necesitan de las soluciones a dichos problemas emocionales que ellos mismos ensalzan y cuya única cura depende única y exclusivamente de ellos y su producto estrella.

Esto resumiría qué hace la religión, pero ¿cómo funciona toda religión? La estrategia se podría resumir en 3 puntos clave que son siempre los mismos.

Cagar «como Dios manda»

En el mundo de las religiones está el adoctrinar a la gente para que estos no hagan nada sin consultárselo a su queridísima Biblia o, en su defecto, a ellos. Llega hasta tal punto el absurdo que puede ocurrir, si se sigue la lógica que ellos emplean del «haga caso a Dios», que uno puede incluso tener que ir a un WC no sin antes ver qué puede o no hacer en él.

Para que no se cansen buscando qué dice su queridísima Biblia sobre el acto de la suelta de desperdicios vía anal, sean bienvenidos al absurdistán que ha creado la religión sobre las defecaciones.

Fraudes religiosos: los lunáticos del islam y su profeta dividiendo lunas

Lo habitual, además de obvio y coherente, en ciencias es primero estudiar la naturaleza para luego sacar las conclusiones basándose en la evidencia obtenida. Esto no ocurre en la religión: primero se aceptan las afirmaciones de tipos que afirman existen personajes que les «revelan» en privado ciertas «verdades absolutas» y luego, quienes las creen, intentan justificarlas buscando evidencia que las respalde. Así sucede en el judeocristianismo y así sucede en el islam.

El islam tiene, dentro de todo su conjunto de afirmaciones pintorescas, una que a ojos de cualquier persona coherente sonaría a falsedad pero que estos creen totalmente cierta: afirman que su «profeta» Mahoma (si es usted creyente repita aquí cual borrego la frase que le han vendido como refuerzo psicológico) hizo el «milagro» de dividir la Luna en dos partes para convencer a unos incrédulos.

Dios, el hijo de la israelita y el egipcio: un ejemplo «educativo» de muerte por blasfemia

Si hay algo que al religioso no le gusta es que le cuestionen. Estos pretenden escapar a la crítica y no dudan en 1º. o bien exponer moralejas mostrando ejemplos de qué sucederá si alguien lo hace (a modo educativo) o 2º. ser ellos mismos los artífices reales del castigo que se muestra en dichas moralejas.

Siguiendo el segundo punto, hace tan sólo un par de artículos expuse la pena que imponía un rey cristiano (Alfonso X) a quien este o su Iglesia considerara como “hereje”. Hace ya más tiempo, además, expuse qué castigos se imponían a estos y a quienes “blasfemaran”. Pero hoy no me centraré en ese segundo punto sino en el primero: las moralejas que la Biblia expone como ejemplo.

La Biblia, en un afán de “educar” (adoctrinar, más bien) enseñando que la crítica hacia esta y su dios es algo que no debe hacerse, dedica la mayoría de sus relatos a describir cuan de poderoso es el personaje que ellos representan y qué sucederá si no se le hace caso a este o, en su defecto, a ellos. Los argumentos ad baculum, soltar maldiciones a diestro y siniesto, son uno de los recursos que las religiones usan en su empeño por escapar de toda crítica hacia sus afirmaciones. He aquí, en este relato de Levítico, un ejemplo de ello.

El imperio financiero de los Legionarios de Cristo: Una mafia empresarial disfrazada de congregación – Raúl Olmos

«Invierta sin pecar…», una irónica consigna que los Legionarios de Cristo establecieron al crear un instituto para la ética de los negocios.

En El imperio financiero de los Legionarios de Cristo Raúl Olmos detalla cómo durante décadas los Legionarios de Cristo forjaron estrechos vínculos con personajes clave del poder político, empresarial y mediático.

Una rigurosa investigación periodística que busca adentrarse en esta maraña conformada por cientos de compañías, fundaciones, asociaciones y escuelas de multimillonarios ingresos ocultos en paraísos fiscales.

El tremendo «pecado» de coger leña un sábado

De entre los personajes más aberrantes de la literatura, sin duda, está el dios de la Biblia. Hace años publiqué un artículo en el que se recopilaba en una tabla los asesinatos que ha cometido este en ese libro. Es la propia Biblia, en sus relatos, quien describe cómo es la moral de ese personaje: dejando amplia constancia de su crueldad y sociopatía. Aun así, cientos de personas han venido a esta web para justificar y excusar el comportamiento de este cada vez que han tenido oportunidad.

De entre las excusas empleadas está el «dios puede hacer lo que quiera» o «es que se lo merecían». Estos apelan a que, como eran «personas malas» que «hacían el mal» estas merecían dicho castigo a manos de ese divino genocida. Su religión les ha trastocado sus valores éticos hasta tal punto que tienden a justificar actos que una persona sana y cuerda no haría jamás. A lo largo de varios artículos cortos expondré qué era eso tan «malo» que hicieron estas personas según los relatos para merecer tal castigo. Hoy inauguraremos la serie para ver el primer ejemplo de qué hace que una persona mereciera la muerte según los autores de dichos relatos.

Ejemplos de cómo han «apoyado» el pensamiento libre y crítico en el cristianismo: Tertuliano

Si uno quiere ver cómo era el cristianismo en sus orígenes y cuales eran sus doctrinas sólo tiene que irse a las fuentes. Leer a los primeros cristianos para ver qué era lo que propagaba esta secta.

Muchas veces me han venido argumentando que el cristianismo defendía a la filosofía. Si bien se sirvió de la filosofía para establecer sus doctrinas, lo cierto es que este nunca la defendió. Ejemplos de esto los podemos encontrar en sus escritos «sagrados» y en las opiniones de los primeros cristianos: como es el caso de Tertuliano.

Ejemplos de tolerancia religiosa en el cristianismo: Alfonso X «el sabio»

El cristianismo, desde sus orígenes, está lleno de ejemplos de cómo ha sido la tolerancia que han procesado hacia otras religiones o hacia quienes no les creían. Dentro de esos ejemplos de tolerancia y moral, dentro de la historia del cristianismo, es el caso a Alfonso X «el sabio» (1221 – 1284). Este realizó una legislación conforme a sus creencias y prejuicios denominada como «Las Siete Partidas» en la que, como una pequeña muestra, expondremos cómo explicaba qué son y qué hacer con los herejes.

¡Oh, genio! – Ralf König

Manfred, gay, trabaja en una copistería, es de hueso ancho y le va el rollo sadomaso. Dörten, hetero, es su compañera de piso, acaba de cumplir los 40 y se encuentra poco atractiva. Ambos tienden a comerse la olla y están estancados en dinámicas sentimentales más bien penosas. Todo cambiará cuando el destino ponga en […]

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