"Debemos cuestionar la lógica del argumento de tener un dios omnisciente y todopoderoso que crea humanos defectuosos y luego los culpa por sus propios errores."
Gene Roddenberry
El Corán presume de decir la verdad y mostrar una amplia sabiduría supuestamente dada por el dios abrahámico a su autor (autores más bien). Pese a esto podemos observar cómo la realidad es otra que escapa de lo que intentan hacernos ver sus creyentes religiosos.
El Corán, según sus creyentes, es la palabra perfecta de Alah. Todos estaremos de acuerdo en que una palabra perfecta no debería contener ni un solo fallo y, con ello, ni una sola contradicción. A pesar de eso, además de los anacronismos y afirmaciones de razonamiento circular; de las ordenes y actitudes inmorales que defiende dicho libro y de la cantidad de absurdos que en él podemos encontrar (véase todo esto aquí), existen multitud de contradicciones que no deberían existir.
Para un escéptico, que un libro que plagia y adapta a otro libro de la misma mitología contenga este tipo de errores no es sorprendente. Pero de seguro que más de un musulmán, al verlos elija por dos opciones: admitir que su religión miente sobre la perfección o intente, como fanático religioso que es, excusar dichas afirmaciones textuales abogando por el argumento de la “interpretación” (ya sabemos que para esta gente nada en su credo está mal, solo es necesario darle las vueltas necesarias a lo que se afirma para que todo cuadre lo suficiente).
El Corán declara abiertamente ser perfecto. El Corán declara ser preservado en unas Tablas, que por estar escrito con una T mayúscula, tiende a sugerir que esta Tabla se encuentra en el cielo. Más aún, de acuerdo con la tradición en el Hadit, esta Tabla se encuentra en el cielo.
