Toda nación ha creado su dios*, y ese dios siempre se ha parecido a sus creadores. Ha odiado y ha amado todo lo que ellos han odiado y amado, e invariablemente se le ha visto a favor de los ocupantes del poder. Todo dios ha sido intensamente patriótico, ha detestado a todas las naciones excepto la propia.
Todos estos dioses han exigido alabanza, adulación y adoración. Muchos de ellos disfrutaban de los sacrificios, y consideraban el olor de la sangre inocente un divino perfume. Todos estos dioses han insistido en tener un vasto número de sacerdotes, y los sacerdotes siempre han insistido en ser mantenidos por el pueblo; y el principal negocio de tales sacerdotes ha sido hacer alardes de su dios, e insistir en que Él podría vencer fácilmente a todos los demás dioses juntos.
Estos dioses han sido fabricados en modelos innumerables y de acuerdo con los patrones más grotescos imaginables.
Notas:
* Esto incluye al Yahvé bíblico.
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