Amenazada de muerte, criticada y admirada a partes iguales, sin renunciar jamás al valor de la palabra en libertad, la ex parlamentaria holandesa de origen somalí Ayaan Hirsi Ali es sobre todo una mujer valiente. Su lucha es en defensa de la mujer musulmana, es la denuncia del atraso intelectual que afecta a esa religión, es la propuesta de una razón ilustrada para el mundo islámico. A partir de sus experiencias durante la infancia y la juventud en Somalia, Arabia Saudí y Etiopía, y después de refugiarse en Holanda, Ayaan Hirsi Ali da su opinión sobre algunos temas capitales de nuestro siglo: analiza el papel desempeñado por las mujeres en el islam tanto en la teoría como en la práctica, sostiene los irrenunciables derechos del individuo, ataca el fanatismo religioso y critica las políticas occidentales para la población inmigrada, basadas en los volátiles principios del multiculturalismo. Con argumentos tan provocadores como irreprochables, Yo acuso es una relevante novedad en el debate actual sobre el choque de civilizaciones, y presenta con claridad su objetivo: concienciar a la sociedad europea de que las musulmanas tienen derecho a ser libres.
Yo acuso es una recopilación de ensayos y escritos, en los que convive el testimonio personal de Ayaan Hirsi Ali (terrible la historia de su hermana) con sus análisis sobre el tratamiento de la inmigración o las características políticas del islam. Una parte importante, la que da origen al subtítulo del libro, trata de los derechos de las mujeres en las sociedades musulmanas, enfocados no como la consecuencia de unos textos coránicos mal interpretados, sino como la obligada secuela de la moral sexual del islam, en la que la virginidad se convierte en el centro de una cultura del honor. La única esperanza de esas mujeres son los quince millones de musulmanes que viven en el mundo occidental y que gozan de las condiciones favorables para poner a prueba los valores morales del Corán. Por eso es un crimen no exigirles que reflexionen y no ayudar a las voces más críticas. Hirsi es consciente de que millones de mujeres musulmanas defienden su propio sometimiento, pero lo considera casi como una muestra del síndrome de Estocolmo que las asemeja a esclavos que prefieren la seguridad a una libertad incierta. Sin el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres musulmanas, tantas veces ignorados y postergados por los occidentales, el islam no experimentará su Ilustración, advierte.
El libro incluye el guión que escribió Hirsi para la película Submission que dirigió Theo van Gogh, asesinado posteriormente por un holandés de ascendencia marroquí. Hirsi, continuamente amenazada, prepara la segunda parte de la película y lamenta la falta de compromiso de los políticos occidentales. Aburrida por las dudas del partido socialdemócrata por el que fue elegida diputada, milita ahora en el Partido Liberal holandés. Sería lamentable que su formidable voz en defensa de la libertad y los derechos humanos fuera ignorada por una izquierda europea que ya cuenta en su historia reciente con la negativa a reconocer el Gulag.
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