El libro presenta un análisis de la Iglesia basado en una revisión crítica de sus propios textos doctrinales y de su evolución histórica. Se muestra que el dios de los cristianos es un absurdo, pues sus atributos son un sinsentido lleno de contradicciones.
La lectura de la biblia sorprende a cualquier lector razonable por su crueldad, y por la puerilidad de las explicaciones de cuestiones que hoy son científicamente bien conocidas. Para evitar el bochorno que provoca su lectura, la Iglesia niega a veces el sentido literal de la biblia, interpretándola a su conveniencia. La historia de la Iglesia está plagada de torturas, guerras, asesinatos y delincuencia. En nombre de dios se ha permitido todo lo peor que puede surgir del ser humano. En la parte final, se defiende el ateísmo como resultado del triunfo de la razón y del sentido común sobre el dogma fundamentalista de las religiones. Finalmente, se defiende el estado laico, combatiendo los privilegios a confesiones religiosas.
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