En la España convulsa de los años de la Segunda República, la guerra civil y el franquismo la Iglesia española fue a la vez víctima y verdugo. De lo primero, de sus sufrimientos y sus mártires, lo sabemos todo, puesto que la propia Iglesia no ha dejado de promover su memoria; de lo segundo, en cambio, no se suele hablar. En este libro Francisco Espinosa Maestre y José María García Márquez nos explican cómo, en pocos años, la Iglesia pasó de sentirse víctima de la República a colaborar con los piquetes de ejecución. Tras haber desempeñado un papel determinante en apoyo de los sublevados durante la guerra civil, cuando los obispos se exhibían brazo en alto junto a los militares sublevados, participó activamente en la construcción del estado dictatorial y se convirtió en una pieza clave de la maquinaria de la represión, que alimentó con denuncias e informes político-sociales. Son, éstas, unas verdades tal vez incómodas, pero necesarias para completar y equilibrar nuestra visión de lo sucedido en estos años.
Es evidente a todos la licitud del movimiento y así lo he dicho, antes y después de él.
Carta de PLA y DENIEL a GOMÁ, 31/08/1936
La violencia no se hace en servicio de la anarquía, sino lícitamente en beneficio del orden, la Patria y la Religión.
RIGOBERTO DOMÉNECH, arzobispo de Zaragoza,
Heraldo de Aragón, 11/08/1936
Reclusos desgraciados, yo soy el pastor y vosotros las ovejas; si quiero os mato a todos.
Arenga del prelado de Segovia, PÉREZ PLATERO,
a los presos de la cárcel de Cuéllar.
… al morir, sancionados por la ley, nuestros comunistas se han reconciliado en su inmensa mayoría con el Dios de sus padres. En Mallorca han muerto impenitentes solo un 2%, en las regiones del sur no más de un 20%; y en las del norte no llegan tal vez al 10%.
Carta colectiva de los obispos españoles (1937).
Solamente el 10% de los amados hijos han rehusado los santos sacramentos antes de ser fusilados por nuestros buenos oficiales.
Obispo MIRALLES(Mallorca).
Tiene toda guerra sus excesos; los habrá tenido, sin duda, el movimiento nacional; nadie se defiende con total serenidad de las locas arremetidas de un enemigo sin entrañas. Reprobando en nombre de la justicia y de la caridad cristiana todo exceso que se hubiese cometido, por error o por gente subalterna y que metódicamente ha abultado la información extranjera, decimos que el juicio que rectificamos no responde a la verdad, y afirmamos que va una distancia enorme, infranqueable, entre los principios de justicia, de su administración y de la forma de aplicarla entre una y otra parte.
Carta colectiva de los obispos españoles (1937[2])
Tenga presente que en las dos zonas se han hecho mártires; que la sangre de los mártires, en religión como en política, es siempre fecunda; que la Iglesia, sea por lo que fuere, figurará como mártir en la zona republicana y formando en el piquete de ejecución en la zona franquista.
MANUEL DE IRUJO al cardenal VDAL I BARRAQUER,(1938).
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