"Yo no puedo ser religioso ni creer en dios. Prefiero la filosofía a la religión, pues no puedo poseer al mismo tiempo lo evidente y lo incomprensible."

Pierre Bayle

Lemaitre como falacia de autoridad

Siempre llega el día, cuando se habla de ciencia vs religión, en el que el creyente saca a pasear a las falacias de autoridad con las que le han adoctrinado desde niño. Ya puede uno estar explicando concienzudamente que existe una diferencia sistemática y metodológica entre ambas o contraponer todas las afirmaciones religiosas en frente de lo que sabemos gracias a la ciencia, que el creyente lo ignorará en pro de defender sus creencias con un ad verecundiam: ya sea agregando un ad populum del tipo "la mayoría de científicos son creyentes" (lo cual, además de irrelevante a día de hoy es falso) o "los científicos más importantes eran creyentes". En esta última, cómo no, no podía faltar la mención al protagonista de este artículo: Georges Henry Joseph Édouard Lemaître.

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Cada vez que alguien pone de relieve las diferencias entre religión y ciencia, no solo por cual es su metodología sino por las consecuencias históricas, no tardan en aparecer los amables sesgados y parciales creyentes religiosos con su clásico argumento ad verecundiam. Lo reconocerán pues lo emplean con bastante frecuencia. Consiste en citar a científicos de su religión, generalmente usando citas con sus opiniones o mencionando el hecho de que además de científico creía lo mismo que ellos, para echarle méritos ¿a la ciencia que estos estudiaron? no no, a la religión. Como si por emplear dicha falacia se validara la compatibilidad entre lo suyo (una charlatanería repleta de estafas que alimenta los sesgos y prejuicios cognitivos) y la ciencia: la metodología por la cual estos obtuvieron esos conocimientos.

Cuando uno cuestiona la religión, como un conjunto de creencias en torno a un personaje mitológico basadas en la asunción de que quienes a uno se las han contado no mentían y de que estas no están basadas en conocimiento científico sino en personas que decían sacar sus afirmaciones (pretendidamente sabias y obtenidas mediante revelaciones en las que se les aparecía el personaje de turno para hablarles) en seguida aparecen como argumento las falacias de autoridad. Un ejemplo de ellos fue mi tweet fijado.

En él simplemente expliqué que cuanto más conocimiento científico se obtiene sobre cómo funciona el universo, menos cabida tiene el dios de los huecos y las supersticiones en torno a él. No tardaron entonces en aparecer creyentes para argumentar que ciencia y religión no eran incompatibles porque X persona científica era también religiosa. Una de esas figuras usadas como ad verecundiam es el sacerdote católico francés Georges Lemaître. Según ellos, el conocimiento / afirmaciones religiosas no son incompatibles con el conocimiento / afirmaciones científicas porque tal o cual persona, en este caso Lemaitre, era científico y creyente religioso.

Ante este tipo de argumento lo más habitual sería responder fácilmente explicando que con él se apela a una falacia lógica como argumento en respuesta a algo que además no se plantea. El religioso que lo emplea está intentando refutar qué sistema miente o da afirmaciones erróneas mediante el juego sutil de decir que alguien que usaba una metodología científica sin embargo creía en tales afirmaciones. En su cabeza, en la del creyente entrenado y adoctrinado para asumir falacias de autoridad, este tipo de razonamiento que emplea debe producirle un ¡ya está, resuelto! El problema es que, como digo, no estamos hablando de si alguien que en otros ámbitos es capaz de asumir, sin más, cierto tipo de creencias y afirmaciones sino si las afirmaciones en sí son ciertas o no.

Decirle al creyente que no está respondiendo realmente a la cuestión epistemiológica sino exponiendo un ejemplo de irracionalidad personal sería, como dije, lo más rápido. Pero a esto, como se habla de Lemaître, además habría que añadirle una serie de puntos que quien lo usa como argumento no ha tenido en cuenta y que echan por tierra sus pretensiones.

1º.- Lemaitre, además de ordenarse sacerdote, estudió ciencias. Son sus estudios científicos lo que le habilitaron para poder ampliar sus conocimientos, no la religión

Georges Lemaître se reinscribió en la Universidad de Lovaina. Lemaître  obtuvo una licenciatura en matemáticas y una licenciatura en filosofía. En 1920, completó un doctorado en matemáticas summa cum laude. Durante su tiempo libre se dedicaba a la lectura científica, sobre todo Física, además de ingeniería y matemáticas. En 1923 se dirigió a Cambridge, Massachusetts, como estudiante de investigación en astronomía con una beca del gobierno belga.  Se dedicó a la investigación en el Observatorio de Harvard y  obtuvo un doctorado en física del Instituto de Tecnología de Massachusetts bajo la dirección de HM Godwin. En 1925 Lemaître fue nombrado profesor asociado de matemáticas en el College du Saint Esprit. Además de las charlas universitarias, fue nombrado como profesor invitado de física en la Universidad Católica de América.

En palabras de Joseph R. Laracy (Culture Catholic):

Su educación fue una síntesis de los clásicos, la filosofía y la teología junto con la ingeniería, las matemáticas y la física. Quizás esta poderosa combinación es lo que le permitió a su mente formular un concepto tan abstracto y significativo como la hipótesis del átomo primitivo, su término para lo que ahora llamamos coloquialmente el Big Bang.

¿Qué habría sido además de Lemaître si el cristianismo hubiera seguido la senda contra el concepto de infinito que había practicando siglos atrás por ser un concepto «infiel»? ¿Y qué habría sido si no hubiera nacido de una familia devota católica en 1894? Esto lo pregunto e hipotetizo pues su vocación como científico le vino una vez creció y descubrió que eso concretamente, y no otra cosa, le apasionaba.

El propio Lemaître atribuye su interés por la ciencia y la cosmología a los años de su infancia que pasó en la ciudad de Charleroi y sus alrededores, en el sur de Bélgica.

Fuente: Academia Pontificia de las Ciencias.

Pero su vocación como sacerdote sin duda fue por haber nacido en una familia católica que desde pequeño le inculcó justo las creencias que ellos mismos tenían. Si hubiera nacido en el seno de una familia de otra religión bajo mismas circunstancias (con esta inculcándole sus creencias) posiblemente tendríamos a un Lemaître musulmán, judío, hinduista, budista, jainista… incluso ateo (por más que esta realidad sociocultural y geográfica le fastidie al católico que lo usa como argumento).  Sus creencias en realidad importan bien poco cuando hablamos de su interés científico.

De las anécdotas que se cuentan durante sus primeros años en su búsqueda del conocimiento destaca su asistencia a un seminario donde las palabras de un sacerdote que, a diferencia de lo que argumentan los que usan a Lemaître, también tenía claro que la búsqueda del conocimiento sobre los orígenes no pasa jamás por la Biblia:

“Si esto ocurriera, lo consideraría desafortunado, pues únicamente serviría para empujar a más gente irreflexiva a creer que la Biblia enseña ciencia infalible”.

Palabras que le marcaron para tener claro, como veremos a lo largo de este artículo, que para Lemaître los orígenes del universo había que separarlos de los mitos bíblicos.

 

2º.- Por lo que se le conoce a Lemaitre no es por la religión sino por la ciencia. Dejen de atribuirle a la primera la fama que este obtuvo por la segunda

La ciencia funciona mediante la acumulación de conocimiento previo y la enseñanza de ese conocimiento a nuevas generaciones, que lo usan, lo someten a revisión y lo expanden completando así un ciclo infinito. Lemaître centró sus estudios en la ciencia y fue en esta donde destacó y por la cual se le conoce. Si repasamos sus trabajos y formación académica veremos a qué me refiero:

1º. En 1920 obtuvo su Doctorado summa cum laude en Análisis Matemático con su tesis titulada «L’approximation des fonctions de plusieurs variables réelles» (La aproximación de funciones de varias variables reales).

En 1923 se dirigió a Cambridge, Massachusetts (EE.UU.), como estudiante de investigación en astronomía con una beca del gobierno belga por un trabajo del que hablaremos en el siguiente punto y en 1925 aceptó una cátedra en la Universidad Católica de Lovaina, teniendo como uno de sus profesores al astrofísico Ernest Pasquier.

2º. En 1927 propuso por primera vez la teoría de la expansión del Universo en un artículo (G. Lemaître, Un Univers homogène de masse constante et de rayon croissant rendant compte de la vitesse radiale des nébuleuses extra-galactiques, Annales de la Société Scientifique de Bruxelles A47, 49-59).

3º. En 1931 planteó por primera vez la teoría del Big Bang del origen del Universo, a la que llamó inicialmente «hipótesis del átomo primigenio»  (G. Lemaître, The beginning of the world from the point of view of quantum theory, Nature 127, 706).

Fue su trabajo en ciencias lo que le valió los siguientes premios…

    • Recibió la Medalla Mendel de Villanova College por su destacado servicio a la ciencia en 1934.
    • Recibió el Premio Francqui también en 1934 por sus logros académicos y científicos.
    • Recibió el Premio Jules Janssen es el premio más importante de la Sociedad Astronómica de Francia en 1936.
    • Y  La Medalla Eddington, de a Real Sociedad Astronómica también en 1936.

 

De hecho hoy día no se le conocería si solo hubiera sido un sacerdote ni por sus creencias. Se le reconoce por sus trabajos y artículos científicos.

 

3º.- Lemaitre no se valió de la religión sino de la ciencia. Dejen de atribuirle a la primera los méritos que se obtuvieron por la segunda

Estudiar teología y hacerse sacerdote no le convirtieron en científico, ni le aportaron los conocimientos sobre los cuales sostendría sus hipótesis científicas. Fue la ciencia y sus trabajos en esta los que le convirtieron en el científico que fue. Así como nos cuenta Pablo de Felipe:

Durante 1920 y 1923 Lemaitre se convirtió en un experto en la Teoría de la Relatividad de Einstein, que había sido publicada recientemente, llegando incluso a escribir en 1922 un manuscrito completo sobre el tema titulado The Physics of Einstein. Esto lo llevó a obtener una beca de posgrado en la Universidad de Cambridge durante 1923-24 para estudiar con el famoso astrónomo Arthur Eddington, quien acababa de confirmar por observación la Teoría de la Relatividad en 1919 (mostrando cómo la gravedad podía desviar la luz de una estrella a una distancia distante mientras viaja cerca del Sol). El católico Lemaître y el cuáquero Eddington se llevaban muy bien, y Eddington se convirtió en un mentor clave de Lemaître durante muchos años. Una nueva beca le permitió mudarse en 1924 a los EE. UU. para realizar un doctorado en el MIT, que completó en 1926.

 

4º.- Lemaitre separó ciencia y religión. Por respeto a él, al menos no las mezclen

Si algo está sobradamente documentado, además de que para Lemaître «no había conflicto entre ciencia y religión» (tal y como se expuso en el NYTimes en 1933)1, pese a que los religiosos repitan una y otra vez el argumentario que les han dado para usar a Lemaître como falacia ad verecundiam, es que este siempre (repito: siempre) se opuso a que su trabajo fuera mezclando con sus creencias y que su religión afirmara que su trabajo demostraba la existencia del dios bíblico.

Pese a que el papa Pío XII siempre intentó barrer para dentro, intentando aprovecharse de los méritos académicos de Lemaître, como cuando le nombró miembro de la recién reorganizada Academia Pontificia de las Ciencias, de la que el papa ocupó la Cátedra de Pedro, lo cierto es que Lemaître intentó huir siempre de tal asociación. Este papa, que pretendía validar a su dios con la ciencia, se basó en Lemaître para dar su discurso «Un’Ora» de 1939.

Pío XII presentó dos argumentos científicos para respaldar sus posturas filosóficas que afirmaban la existencia de Dios, con el fin de construir un argumento filosófico más sólido en su favor. En primer lugar, señaló la inestabilidad del universo (el clásico argumento creacionista del «ajuste fino»), lo que llevó a Pío XII a concluir que solo un ser inmutable podría haber creado el mundo físico que es mutable. El científico Lemaître no se opuso enérgicamente a esta línea de pensamiento. Sin embargo, la segunda idea de Pío XII no fue tan bien recibida, ya que afirmaba que la aparente organización que caracteriza a todo el universo es otra prueba de la existencia de Dios. Para Pío XII:

. . . la ciencia contemporánea, de un salto a través de los siglos, ha logrado atestiguar el instante augusto del Fiat Lux primordial, que junto con la materia brotó de la nada un mar de luz y de radiación. . . Así, con esa concreción propia de las pruebas físicas, la ciencia moderna ha confirmado la contingencia del universo y también la fundada deducción a la época en que el mundo salió de manos del creador.

Fuente: Elio Gentili e Ivan Tagliaferri, Ciencia y fe: el sacerdote protagonista y científico religioso (Roma, Instituto Geografico de Agostini), 287.

Declaraciones como estas contradecían la estricta distinción del propio Lemaître entre las herramientas para investigar asuntos de ciencia y asuntos de teología:

«Se dio cuenta completamente del carácter tentativo e hipotético de las teorías científicas y por esta sola razón, si no por otras, se opuso al uso de tales teorías para apoyar declaraciones filosóficas, teológicas o de fe».

Fuente: ibidem.

El profesor Lemaître deseaba que sus teorías científicas fueran evaluadas únicamente por su valor en Física, y que se mantuvieran completamente separadas de las implicaciones metafísicas. De hecho el dios si quiera era para él un objeto de estudio científico:

Nunca tuvo que tratarse de reducir el Ser supremo al rango de una hipótesis científica.

Fuente: Godart y Heller, Cosmología de Lemaître, 174.

Por esta razón, se preocupó al enterarse de que Pío XII pronunciaría un discurso en la Octava Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional en Roma, y decidió detenerse en el Vaticano durante su viaje a Sudáfrica para hablar con el Padre O’Connell, asesor científico del Papa, y el Cardenal Secretario de Estado. Como resultado de su visita, el discurso de Pío XII se centró en elogiar los avances en la investigación astrofísica de los últimos cincuenta años, y solo hizo una breve referencia al Big Bang, afirmando que «el espíritu humano, al considerar los vastos caminos recorridos por las galaxias, se convierte de alguna manera en un espectador de los eventos cósmicos que ocurrieron en la misma mañana de la creación«. Y es que esta era la opinión del propio Lemaître:

Podemos hablar de este evento como de un comienzo. No digo una creaciónFísicamente es un comienzo en el sentido de que si algo sucedió antes, no tiene una influencia observable en el comportamiento de nuestro universo, ya que cualquier característica de la materia antes de este comienzo se ha perdido por completo por la contracción extrema en el cero teórico. Cualquier preexistencia del universo tiene un carácter metafísico. Físicamente, todo sucede como si el cero teórico fuera realmente un comienzo. La cuestión de si realmente fue un comienzo o más bien una creación, algo que empezó de la nada, es una cuestión filosófica que no puede ser resuelta por consideraciones físicas o astronómicas.

Fuente: ibid, 170

Para Lemaître “el científico debe mantenerse a igual distancia de dos actitudes extremas. Una, que le haría considerar los dos aspectos de su vida como dos compartimentos cuidadosamente aislados de donde sacaría, según las circunstancias, su ciencia o su fe. La otra, que le llevaría a mezclar y confundir inconsiderada e irreverentemente lo que debe permanecer separado.”

La posible discusión quedó zanjada cuando Lemaître dijo:

“Por lo que veo, tal teoría queda totalmente al margen de cualquier cuestión metafísica o religiosa. Deja al materialista en la libertad de negar cualquier ser trascendental. Para el creyente, elimina cualquier intento de familiaridad con Dios. Está en consonancia con Isaías, que habla del Dios oculto, escondido incluso en el principio del universo.”

Fuente: Museo Americano de Historia Natural.

5º.- Cuando no fue para usar su imagen como destacado científicos para atribuirle a la religión sus méritos, su religión también se opuso a su trabajo científico

 La teoría del Big Bang sorprende a muchas personas por tener implicaciones teológicas, como lo demuestran aquellos que no les dan la bienvenida a esas implicaciones.

Fuente: God and DesignThe Teleological Argument and Modern Science, Neil A. Manson.

En este sentido, Lemaître contó con dos tipo de oposiciones, con motivaciones muy distintas: una se basaba en razones científicas y otras en razones religiosas. Pero dentro de la primera (y esto es algo que no se tiene en cuenta) también encontramos parte de la segunda. Así, podemos encontrar, además de la oposición inicial a sus ideas del ateo y agnóstico Albert Einstein, de otros científicos cristianos de la época:

  1. Fred Hoyle: un astrónomo y cosmólogo británico que popularizó el término «Big Bang», pero que también se opuso a la teoría y propuso su propia teoría del universo estacionario.
  2. Thomas Gold: un astrónomo austriaco-británico que también se opuso a la teoría del Big Bang y propuso su propia teoría del universo estacionario.
  3. Herbert Dingle: un físico británico que se opuso a la teoría del Big Bang y argumentó que contradecía la teoría de la relatividad, a la que también se opuso.
  4. Paul Davies: un físico teórico y escritor británico que ha cuestionado algunos aspectos de la teoría del Big Bang, aunque también ha señalado que la mayoría de los físicos y astrónomos aceptan la teoría como la explicación más plausible del origen del universo.

La segunda, más que de la iglesia (que pretendía con ella defender su punto de vista y barrer para casa con su falacia de autoridad usando a Lemaître como ejemplo) vino de los grupos religiosos protestantes. Más concretamente de las iglesias evangélicas, dadas al literalismo bíblico y a lo que se denominó (y se sigue denominando como creacionismo).  Para estos son solo «mentiras directamente del abismo del infierno» (Paul Broun, sobre la evolución y la teoría del Big Bang).

Así, por ejemplo, tenemos a un cantidad ingente de cristianos, incluso católicos, por redes negando el BigBang como ejemplo de que apelan al creacionismo.

O las declaraciones de Answers in Genesis:

Algunos cristianos aceptan la afirmación de que Dios usó procesos naturalistas , incluido el big bang, para crear el universo. Estarían de acuerdo con los astrónomos seculares (y en su mayoría ateos) en que las estrellas y los planetas se formaron por procesos naturales lentos durante miles de millones de años, con una sola excepción, que la mano de Dios dirigió estos procesos. Desafortunadamente, tales puntos de vista niegan lo que el Creador mismo ha dicho acerca de la creación del universo.

Que sin embargo no muestran tantas reticencias con el modelo de Hoyle:

Otras cosmologías como el modelo de estado estacionario cayeron en desgracia y el big bang asumió la posición como la más popular de las cosmologías naturalistas. Irónicamente, fue un oponente acérrimo (y defensor del estado estacionario) de la hipótesis del Huevo Cósmico, quien le dio el nombre que usamos hoy. Sir Frederick Hoyle lo apodó burlonamente el big bang y el nombre se quedó.

Y en su empeño de justificar sus sesgos lanzan el argumento de la «falta de monopolos» o de que hay «muy poca antimateria», entre otras excusas ya refutadas. Excusas que solo usan para así, en un razonamiento basado en una falacia de  falso dilema, cargarse dicha teoría científica para devolverle el espacio a su dios. Cuando no hacen eso, directamente buscan cómo acabar con ella aplicando otra más conveniente, como el modelo cosmológico de Moshe Carmeli y el negacionismo de los elementos más incómodos, como la existencia de la materia oscura, para así poder colocar a su dios de los huecos. Ese en el que ya vemos dejan recaer todo el peso de «la verdad» porque lo dice la Biblia. Son los mismos que les dicen a sus feligreses que la teoría científica no lo es (por contradecir su religión), que la verdad corre a cargo de «científicos creacionistas» y que:

Los creacionistas bíblicos, por supuesto, deberían rechazar la teoría del Big Bang porque el orden de los acontecimientos contradice la Biblia. Mientras que en la teoría del big bang, las estrellas preceden a la tierra, en Génesis, la tierra se hace antes que las estrellas.

El ridículo toma además su máximo apogeo cuando nos encontramos con este tipo de gente argumentando, tras una serie de preguntas retóricas basadas en una falacia de petitio, que ambas están al mismo nivel y luego, para colarnos a su personaje mitológico favorito, usar un ad ignorantiam como colofón:

Desde el punto de vista de la cosmología moderna, el universo tiene unos 14 mil millones de años. ¿Cómo se relaciona esto con el relato bíblico de la creación del mundo? El hecho de que observemos sistemas estelares tan lejanos que la luz tarde millones y miles de millones de años en llegar a nuestros ojos es una fuerte evidencia de que la edad del universo es mucho mayor que los varios miles de años que han pasado desde la semana de la Creación.

Con base en un estudio profundo del texto hebreo en Génesis 1, muchos teólogos tienden a concluir que la creación del universo tuvo lugar antes de los eventos de la semana de la Creación. Sugieren que hay un lapso de tiempo de duración indefinida entre los eventos descritos en Génesis 1:1, 2 y el resto de la narración del capítulo. La edad del universo puede ser mucho mayor que varios miles de años, aunque la Biblia no comenta acerca de esta brecha o los eventos que tuvieron lugar durante este período de tiempo indefinido. Esta teoría ha sido llamada la teoría de la brecha pasiva.

Por otro lado, la idea de que el universo se creó durante la semana de la Creación, hace solo unos pocos miles de años, a menudo se denomina teoría sin brechas. 9 A favor de este punto de vista, podemos decir que los procesos que tuvieron lugar durante la semana de la Creación van más allá del alcance de la ciencia moderna y no pueden entenderse desde un punto de vista científico.

En consecuencia, las aparentes contradicciones pueden explicarse por fenómenos aún no conocidos por la ciencia. Ninguna posición puede ser considerada como la verdad absoluta, y todos los argumentos anteriores en apoyo de una u otra posición deben ser considerados solo como suposiciones, que podrían resultar incorrectas. Nuestro conocimiento está lejos de ser completo, especialmente cuando se trata de la creación de nuestro universo. Dad gloria a Dios, que “creó los cielos y la tierra”.

Hoy en día, en las redes sociales y en los foros de internet, nos podemos encontrar dos posturas religiosas: la de los cristianos que «aceptan» la teoría de Lemaître basándose en el argumentario de la iglesia católica y los creacionistas que rechazan la teoría. Pero incluso dentro del grupo de creyentes católicos su «aceptación», cuando se discute con ellos, tiende a acabar negando alguna de sus partes o incluso a toda ella en su conjunto (demostrando así que también son víctimas de una tendencia hacia el creacionismo). No cuesta nada encontrarse a católicos negando la teoría del BibBang pese a que su iglesia la medio acepta para encajar ahí al dios de su Biblia.

 

6º.- Lemaitre no publicó ni un solo artículo científico dando respaldo a las afirmaciones de su religión

Lo importante, y esto no parece entrarles en la cabeza a quienes apelan a las falacias de autoridad, no es quién creyera, dijera u opinara qué sino si esa persona tenía evidencias para respaldar dicha creencia o afirmación. Ya hemos visto que Lemaître no afirmaba que su Biblia diera explicaciones científicas, pero a este punto había además que añadirle (como así pasa con todos las celebridades científicas que citan los cristianos), que Lemaître no aportó en su vida nada que justificara sus creencias para colocar a un dios de los huecos como origen de su teoría científica.

En ni una sola parte de su The Beginning of the World from the Point of View of Quantum Theory (1931), ni en Contributions to a British Association Discussion on the Evolution of the Universe (1931), ni en Longitude Effect and the Asymmetry of Cosmic Radiation (1937) este hizo alusión alguna a una deidad. No hay un solo paper revisado de Lemaître donde este demostrara una autoría divina.

Así que, por más cosas que creyera Lemaître y dijera en defensa de sus creencias religiosas en los medios, sus creencias no valen para absolutamente nada en cuanto a explicación del mundo físico. Las cosas, en ciencia, se evidencian mediante la publicación de estudios y experimentos en revistas paritarias.

Usar autoridades científicas para soportar ideas y creencias irracionales no vale para absolutamente nada. Los científicos también son personas que nacen en un contexto sociocultural y que son influenciadas por toda una serie de factores externos a lo largo de su vida, como puede ser la familia, el temor, la ignorancia, otras figuras de autoridad, etc. Científicos y médicos premiados por sus trabajos a los que podemos ver luego realizando declaraciones supersticiosas y anticientíficas los podemos encontrar por todas partes. Por ejemplo, está el caso de varios Premios Nobel (como Kari Mullis o Luc Montagnier) creyendo idioteces desacreditadas por los conocimientos científicos y por el resto de la comunidad científica. Y así como los mapaches alienígenas no existen (ufología) o remojar azúcar con agua (homeopatía) no cura enfermedad alguna, por mucho que Lemaître fuera cristiano sus creencias en esa versión mesiánica de la mitología abrahámica son irrelevantes en cuanto a él como «autoridad» científica, y que lo sea no las acredita en absoluto.

A mi, personalmente, me parece hasta una falta de respeto por parte de esos cristianos el usar a Lemaître para defender algún tipo de correlación absurda entre «esta persona científica creía X» ergo «X es cierta». Desmerita todos sus logros académicos y científicos, como si todos ellos hubieran dependido no de su curiosidad y perseverancia estudiando ciencia sino de sus creencias religiosas (cosa que ya hemos demsotrado que es falsa) y además hace uso de justo algo contrario a lo que el propio Lemaître defendía: la separación y distinción entre ciencia y religión.

Notas: 

1. Tal y como se señala en el NYTimes, Lemaître sostenía, para defender que su religión no presentaba conflicto con la ciencia, que la Biblia no era un texto científico. Este decía que ese no era el propósito de la Biblia:

«Si el conocimiento científico fuera necesario para la salvación». él dice. «habría sido revelado a los escritores de las Escrituras y ellos lo habrían establecido en sus versos.»

Esta es una justificación clásica en quienes no quieren abandonar el sistema de creencias. Yo no estoy de acuerdo con ella, pues aunque el supuesto «propósito» de los autores veterotestamentarios y neotestamentarios fuera hagiográfico, doctrinal y no científico, sí se hacen una serie de afirmaciones que entran en conflicto con lo descubierto científicamente: con lo que se sabe. Pero ese no es el asunto aquí, sino dejar clara la postura de Lemaître de disociación entre ciencia y religión. Lemaître tenía bien claro que lo afirmado por la religión no era científico y que, por tanto, ambas debían separarse.

Referencias y otros artículos

El artículo contiene ya de por sí referencias y enlaces a ellas.

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Far Voyager
Far Voyager
10 meses atrás

Se puede ir más allá, cómo cierto pastor evangélico fundamentalista y entrado en años cómo es habitual en ellos (parece que cuanto más viejos más fanáticos), que aparte de hablar sin tener ni idea de la ciencia más básica ha sacado lo de Einstein y el profesor ateo, que se sabe que es falso.

Me parece que los mentirosos no son muy queridos en la Biblia.

Diego
Diego
10 meses atrás

Un caso parecido al de este tipo es el del gran falseador de Manuel Carreira, (Padre Carreira). Creo que era cosmólogo o astrofísico. Al margen de eso, en sus debates televisivos, al tener buena oratoria por ser académico, aparece en varios videos de apologética católica como «Sacerdote derrota a ateo», y cosas por el estilo.
Asimismo, tildaba a Stephen Hawking de «estúpido».
No sé si tienes algún post sobre él, pero se agradecería una buena crítica hacia su persona y como representante de una de las instituciones más nefastas de la humanidad (iglesia católica). Si bien la base para desmontarlo están en las falacias del ajuste fino y del principio antrópico, en sus debates utiliza otras falacias que resultarían interesantes para el que las desconozca, como la falacia de composición.

Un saludo desde arg. Sigo tu página hace años.

Vladimir
Vladimir
10 meses atrás

¿Podrías hacer artículos refutando a Cristianismo para ateos?

Keywer
Keywer
10 meses atrás
Respuesta a  Vladimir

Sugiero lo mismo!

Keywer
Keywer
10 meses atrás
Respuesta a  ateoyagnostico

Una pregunta: Que porcentaje le darias de probabilidad al dios cristiano de cuan seguro estas de su inexistencia?

Keywer
Keywer
9 meses atrás
Respuesta a  ateoyagnostico

Me gustaria saber tu opinion acerca de la posicion teista de Enric de Adictos a la Filosofia.

Last edited 9 meses atrás by Keywer
SLM
SLM
9 meses atrás

Hacer explicaciones como esta pueden ser necesarias. Ahora, si es en el siglo 21, con tantos fanáticos diciendo que las vacunas son un mal, que el 5G provoca cáncer, que la tierra es plana…

Explicarles a creyentes fanáticos que un sacerdote estudió una ciencia, es superfluo

Zimp
Zimp
9 meses atrás

Si hicieras un artículo por cada académico que usan como falacia de autoridad te tardarias toda la vida,pero sería genial que hicieras uno sobre lee strobel

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Me encantaría ver su opinión, por favor comentex

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