Pese a la creencia judeo-cristiana-musulmán actual, la figura literaria del diablo es tan sólo un error de traducción intencionado para desasociar al dios bíblico de los actos que comete en las narraciones. El cristianismo usó dicha figura como adversario de Cristo y una figura maligna a la que culpar de todos los males. Siguiendo una evolución literaria sobre dicho personaje, el cristianismo adaptó a todos los dioses “paganos” contra los que combatía durante los primeros siglos utilizando la misma denominación. Gracias al poder conseguido y a siglos de conquistas, el judeocristianismo ha hecho creer que existe y está presente en todo lo que contraria sus dogmas.
Antiguo y «Nuevo»
En el Antiguo testamento, no existe la figura del demonio, satán es tan solo otra palabra hebrea que define a un ángel enviado por dios con el que mantiene conversaciones y al que envia para probar la fe de los personajes bíblicos.
En el Nuevo testamento, los autores utilizaron dicha palabra para desviar la atención del lector y creyente y así crear a un enemigo y causante de todo mal cuando en realidad, si se lee detenidamente la biblia, el culpable es Yahvé (Jehová/Dios).
La creación judeocristiana del diablo se hizo de varias formas
El cristianismo transformó palabras mal traducidas del Antiguo testamento (Tanaj) intencionadamente a modo de nombres para crear la figura que aparecería en en Nuevo testamento como ser independiente y maligno contrario a Dios.
Satanás o Satán
El nombre “Satanás” en realidad proviene de la palabra aramea shatán ( שטנא ) que significa acusador, enemigo, adversario. Es tan solo la latinización de dicha palabra. En los textos del Tanaj (Antiguo Testamento) se empleaba con esa intención.
Lo griegos la tradujeron del hebreo ha-shatán (mencionado en el Tanaj como un espía errante del dios hebreo que rondaba sobre la tierra para mostrarle a dios todo lo que había cometido la humanidad para que este pudiera sojuzgarla después de sus actos).
En el Libro de Job (Iyov), ha-satan es un título, no un nombre propio, de un ángel gobernado por Dios; él es el jefe perseguidor de la corte divina. En el Judaísmo ha-satan no hace mal, le indica a Dios las malas inclinaciones y acciones de la humanidad. En esencia, ha-satan no tiene poder hasta que los humanos no hagan cosas malas. Después de que Dios señala la piedad de Job, ha-satan le pide autorización para probarla. El hombre justo es afligido con la pérdida de su familia, propiedades, y más tarde, de su salud, mas él sigue siendo fiel a Dios. Como conclusión de éste libro, Dios aparece como un torbellino, explicándoles a los presentes que la justicia divina es inescrutable. En el epílogo, las posesiones de Job son restauradas y el obtiene una segunda familia para «reemplazar» la primera que murió.
Al traducir la biblia al griego (LXX) y al latín y emplearla en el Nuevo testamento, los escribas y sacerdotes decidieron no traducir dicha palabra y emplearla como si el “ángel acusador” fuera en realidad un diablo enemigo del dios hebreo (todo lo contrario al significado real y la descripción dada por los autores del Antiguo testamento- hebreo).
En diversos versículos se usó el término satán para designar a adversarios humanos de, por ejemplo, David (1 Sm 29,4) o Salomón (1 Re 5,18); mientras que en el ámbito de lo celestial apareció el concepto en relación con un ángel de Dios enviado a obstaculizar al profeta Balam, contratado por Moab para lanzar una maldición sobre Israel, siendo, pues, un mero «adversario» (Nm 22,22), no un «demonio».
El término satán, en historias como la de Zorobabel, designó el rol de acusador en juicios ante Dios (Zac 3,1), un papel que desempeñará igualmente el ángel-satán que aparece en la historia de Job, actuando como un simple fiscal que acusa y pide pruebas (castigos).
En el libro de Números se llama shatán (en el sentido de ‘adversario’, ‘oponente’), al mensajero-ángel que Yahveh envía para impedir que Balaam maldiga al pueblo de Israel. (Num 22:22-32).
El término shatán también entra en la vida jurídica israelita, y alcanza el sentido de ‘acusador delante del tribunal’ (Salmos 109:6) (Zacarías 3:1) y el término shitna, derivado de la misma raíz, es la «acusación».
Solo en el Nuevo testamento, los autores deciden otorgar el papel de enemigo del dios literario en un intento de confundir al lector haciéndole pensar que es un ángel enemigo de ese Dios/Cristo que decide tentarle y provocarle (Marcos 1:12-13) (Mateo 4:1-11) (Lucas 4:1-13) o un ángel que posee cuerpos que más tarde Jesús espanta realizando exorcismos (Marcos 3:22-27) (Mateo 12:22-30) (Lucas 11:14-23).
En lengua árabe se le llama shaytán, que también significa serpiente (de esta forma consiguieron asociarlo a la serpiente del Génesis que tienta a Adán y Eva con el fruto prohibido. Algo que no figura en el libro del Génesis, donde a la serpiente se la denomina solamente como “la criatura más astuta e inteligente de la creación”).
Belial (Belhor, Baalial, Beliar, Beliall, Beliel)
Esta es otra mala traducción intencionada para desviar la atención del creyente. El nombre Belial e deriva del hebreo bliya’al (bel-e-yah-al), que se compone de bliy (bel-ee’) que significa «corrupción» (Isaías 38:17) y de la palabra ya`al (yaw-al’) que significa «ganancia» (Isaias 30:5; Job 21:15; Jer 7:8…).
La figura literaria se utilizó en los capítulos para definir a un personaje con el que confrontar en las narraciones. Los expertos lo traducen como «señor de la arrogancia» o «señor de orgullo» (Baal ial) o «el de ganancias corruptas«. En el judaísmo los hombres “impíos” son considerados los hijos de Belial.
En los primeros siglos del cristianismo y durante la edad media el termino Belial se empleo erróneamente como sinónimo de Satán/Diablo.
Diablo
Este nombre proviene también de la interpretación que se le dio en griego a los textos bíblicos. En dicho texto se escribió la palabra diábolos que significa lo mismo que la palabra shatán en hebreo: ‘adversario’ y ‘enemigo’(Macabeos 1:36) o ‘acusador’, ‘calumniador’ (Job 1:8-12). En los textos griegos “diablo” proviene del verbo griego διαβάλλωηΞ (diabál•ló) que significa, al igual que shatán (hebreo), ‘calumniar, falsear, mentir’,etc.
En las traducciones del Antiguo Testamento del siglo III (Época del emperador Constantino, quien legalizó el cristianismo, hecho que facilitó a su oficialización como principal religión del imperio romano en el 380 a. s. C), los escribas judeocristianos cambiaron la palabra hebrea shatán por diábolos.
El cristianismo (sus sacerdotes y escribas) transformó tanto shatán como diábolos (unas simples palabras con un mismo significado) para crear la figura del demonio. Así desviaron la culpa de su dios bíblico hacia una figura totalmente nueva: un ángel que, en vez de ser enviado directamente por su dios para apostar la fidelidad de sus personajes literarios causándoles daño y tentándolos sin necesidad alguna, es considerado como un ángel independizado de su creador (Yahvé) que actúa por voluntad propia.
Demonio
La palabra “demonio” tan solo es un sinónimo judeocristiano para referirse al “Diablo”. Ya en culturas anteriores a la judeocristiana se crearon mitos sobre demonios. Según la mitología griega, los demonios eran seres humanos utilizados por los dioses griegos para llevar las malas noticias al pueblo. De ahí viene la asociación de «mensajeros del mal».
Los cristianos latinizaron la palabra “diábolo” para dar como resultado la creación de “demonio”. Mezclando la concepción griega de los demonios, el judeocristianismo creó la idea de unos seres malignos que ayudaban a su jefe principal, el cual era, por supuesto, Satán; un ángel caído que desafió a su Dios para convertirse en su rival.(todo lo contrario a la realidad bíblica de un personaje enviado realmente por el dios hebreo literario).
Mammon
En la edad media se atribuyo la palabra Mammon a uno de los nombres adoptados por Satán. Mammon viene en realidad de la palabra hebrea Matmon (ממון. dinero o tesoro). También proviene del arameo mammon (verbo «confiar» o un significado de la palabra «confiado») y del fenicio mommon («beneficio» o «utilidad»).
En el Nuevo testamento, escrito en griego, se utilizó la palabra griega para Mammon, es μαμωνας (mamonas) que puede verse en el Sermón de la montaña (durante el discurso sobre la ostentación) y en la parábola del administrador injusto (Lucas 16:9-16) con mismo significado que en el hebreo.
Los cristianos desviaron el significado, al igual que con shatán y diábolo, como nombre propio. De esa forma crearon otro de los nombres atribuidos a Satán debido a que las riquezas, los beneficios y abundancias eran considerados por Jesús como algo deshonesto y causante de uno de los males; la avaricia(Lucas 16:13, y Mateo 6:24) . Mammon pasó a ser un nombre propio del diablo en vez de lo que realmente es; otra palabra más no traducida por los escribas griegos y latinos.
Azazel
Esta es otra de las transliteraciones que se hicieron de palabras hebreas convertidas en nombres propios. Su origen es hebreo y significa «la cabra de emisario», o «chivo expiatorio» expuesta en Levítico 16:8-10, y que no vuelve a ser mencionada en ninguna parte más de la Biblia hebrea.
La etimología más aceptada descompone el vocablo en Lz, «cabra» o «macho cabrío» (por ser de género epiceno; es decir, con la misma terminación se designa al macho y a la hembra), más >5al, «que se va» (y así, «un chivo enviado fuera [emisario, que se lleva el pecado]»).
La frase «chivo emisario» nos viene de la Vulgata: capro emissario (frases afines: «chivo expiatorio» o «víctima expiatoria»). A su vez, la expresión latina se basa aparentemente en la revisión 123 de la LXX de Símaco (biblia Septuaginta), donde el gr. trágos aperjómenos es una traducción del heb. Lz >5al. Nuestro «Azazel» es una transliteración directa del hebreo.
De ese contexto literario surgió la imagen popular del demonio con forma de cabra. El cristianismo convirtió esta palabra hebrea durante la traducción al griego de la Septuaginta convirtiendo la idea real (ángeles enviados por dios) en la imagen cristiana de ángeles caídos o independientes del “reino celestial”.
Otros nombres
El judeocristianismo también usó a dioses “paganos” para apoyar la creación del demonio en el Nuevo testamento.
Belcebú
Esta palabra deriva de Baal Zebub («El Señor de las Moscas») o más propiamente Ba‘al Z’vûv, (en hebreo בעל זבוב, con muchas ligeras variantes),que era el nombre de una divinidad filistea Baal Sebaoth (Deidad de los ejércitos) en hebreo.
El odio del pueblo hebreo (Yahvista y Elohista) hacia los filisteos era notable. En la biblia se describe a los Baales como enemigos del pueblo hebreo por “hacer lo malo ante los ojos de Yahvé (Jehova/Dios). Algo ridículo, ya que eso malo para el dios hebreo literario era simplemente sacrificios hacia el dios filisteo Ba´al en vez de para él.
Ba´al (בעל) era un dios procedente de los pueblos mesopotamicos (asia menor). Proveniente del significado semítico cananeo Baʕal [baʕal] que significa “señor”. Los hebreos compusieron un insulto mezclando ese significado con el desprecio hacia sus rituales.
El nombre Beelzebub fue usado por los hebreos como una forma de burla hacia los adoradores de Baal, debido a que en sus templos, la carne de los sacrificios se dejaba pudrir, por lo que estos lugares estaban infestado de moscas.
Como todo en el judeocristianismo, se adaptó dicha palabra para usarla en el Nuevo testamento como nombre propio. En este caso, uno de los nombres que el cristianismo atribuye al Satán inventado.
Lucifer o Luzbel
Este nombre proviene del latín lux (‘luz’) y ferre (‘llevar’): “portador de luz”. Es una adaptación de otro dios de la mitología romana, el equivalente griego de Fósforo o Eósforo (Έωσφόρος) ‘el portador de la Aurora’ que proviene de la antigua dama oscura Luciferina.
Al igual que con Belcebú, el cristianismo transformó a otro dios pagano (Eosforo) en otro nombre para denominar al diablo/demonio/Satán: A Eosforo se le asociaba con Venus o la estrella Sirio (mitología Egipcia) conocida también como “La estrella de la mañana”. En los textos bíblicos lucifer aun tiene como significado esa frase (2 Pedro 1:19) y no el Lucifer demoniaco que más tarde crearían.
Los primeros cristianos denominaban incluso a Jesús como “el portador de luz” (Rito Romano liturgia Exultet canto de alabanza al cirio pascual)
eius Flammas lucifer inveniat matutinus: ille, Inquam, lucifer, qui occasum nescit, Christus Filius tuus qui, inferis regresión ab, Humano generis serenus illuxit, et Vivit et saecula saeculorum en regnat. |
Que la Estrella de la Mañana que nunca se pone encontrar esta llama sigue ardiendo: Cristo, Estrella de la Mañana, que ha vuelto de entre los muertos, y brilla sereno para el linaje humano, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. |
En la traducción al latín (Vulgata) de la biblia griega (Septuaginta), Eusebio Hierónimo de Estridón o Jerónimo de Estridón (Estridón, Dalmacia, c. 340 – Belén, 30 de septiembre de 420) más conocido por los cristianos como “San Jerónimo” lo tradujo como “lucifer” refiriéndose a un salmo en el que se narra como el rey babilónico retiene al pueblo Israelita dentro de la ciudad (libro de Isaías 4:12), al cual se represente como “La estrella de la mañana” y al que se le asocia con los caídos o con destino a caer del cielo.
A la divinidad suprema babilónica se la representaba como un signo rutilante con alas de bronce (Emblema del Anzu Imdugud) que reflejaba la luz y por elllo se le consideraba como “El portador de la luz”. En la vulgata Jerónimo tradujo del hebreo “ הילל בן – שׁחר» (estrella de la mañana, hijo de la mañana) como “lucifer qui mane oriebaris”:
“¿Quomodo cecidisti de coelo, Lucifer qui mane oriebaris…?”
¿Como caíste del cielo, portador de la luz, tú que nacías por la mañana…?
En Ezequiel 28:1-9 paso lo mismo con el rey de Tiro que con el babilónico, con la diferencia en que en dicho versículo se uso Lucifer mas bien como un referente a Satanas que a una estrella de la mañana ya que ese termino no aparecía en el texto.
Dicho texto, en el siglo VII, no era considerado aun como un ente independiente (Satán), y aun en los textos de ese siglo se puede ver como la palabra lucifer se refiere en realidad al brillante Venus (como sexto día de la semana dedicado a el:Venus()=viernes).
“…Sextum (diem) a veneris stella, quae Luciferum appellaverumt, quae inter omnes stellas plurimum lucis habet”
Isidoro de Sevilla (Orígenes 5)
Tuvo que llegar el siglo VIII para que el cristianismo decidiera interpretar erróneamente (debido a su superstición y a la creación de la demonología cristiana durante la persecución “pagana” y “hereje”) dichos textos mezclándolo con la idea de que el dios babilónico y muchos textos de enemigos de los personajes bíblicos eran en realidad “el demonio/diablo”.
Conclusión
El demonio/diablo es una pura invención cristiana debido a una mala traducción de la escritura hebrea. Básicamente los autores cristianos, helenos, partieron de la traducción griega (LXX).
1º.- Los principales nombres de los textos bíblicos no son nombres propios sino palabras (adjetivos).
2º.- El judaísmo no tenia idea o concepto del diablo en el Tanaj (Antiguo Testamento).
3º.- El cristianismo adaptó la idea y concepto griego de los ángeles y demonios como suyos al interpretar de una forma totalmente distinta la biblia.
4º.- Todos los nombres del demonio/diablo provienen tanto de palabras hebreas mal interpretadas como de nombres de dioses “paganos” a los que el cristianismo demonizó convirtiéndolos así en enemigos del cristianismo. (otro ejemplo sería la imagen y asociación del diablo con el tridente, extraída del dios griego Poseidón)
5º.- No existe el demonio/diablo y es tan absurdo creer en el, como en dios/Yahvé.
Nota: Existen muchos nombres más pero estos son los principales y de los que proviene el concepto de diablo o demonio judeocristiano. Si deseáis conocer el resto de nombres que se han otorgado a ese invento llamado “diablo”:
http://es.wikipedia.org/wiki/Categoría:Demonios
Si deseáis conocer de donde proviene el concepto y origen de cualquiera de esos nombres solo necesitareis un “diccionario etimológico”
Comentario: ¿Qué les queda de real en su religión a los judeocristianos (y a los musulmanes)? Tanto la idea del dios hebreo como la del diablo son composiciones literarias, nada más. Es ridícula tanto una como otra y ambas supersticiones, que a menudo se usan como argumento ad baculum, lo único que han producido ha sido la muerte de inocentes mediante ritos absurdos, entre otras lindezas religiosas.
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