The Making of Modern Tibet (1987, 1996, 2015) es un relato del Tíbet y el pueblo tibetano que enfatiza la historia política del siglo XX. Este libro intenta ir más allá de las polémicas considerando los diversos argumentos históricos, utilizando material de archivo de varias naciones y sacando conclusiones centradas en los documentos disponibles.
A. Tom Grunfeld (nacido el 22 de mayo de 1946) es un académico estadounidense que es Profesor Distinguido de SUNY en el Empire State College de la Universidad Estatal de Nueva York, que se especializa en la historia moderna de Asia Oriental, particularmente de China y el Tíbet.
Aunque Grunfeld ha abordado un tema que ha sido polarizado casi por completo por las imágenes unilaterales proyectadas por el gobierno chino o la comunidad de exiliados tibetanos y sus numerosos partidarios occidentales, el profesor Grunfeld no ha elegido un bando. Más bien, Grunfeld ha trabajado diligentemente para ofrecer un tratamiento lo más equilibrado posible y, como era de esperar, uno que produce pocos héroes y, quizás lo más importante, pocos villanos completos.
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Grunfeld, aunque claramente simpatiza con la difícil situación de los tibetanos y sus luchas por mantener su identidad cultural, comienza con una revisión de la realidad que contribuye en gran medida a contrarrestar la imagen del Tíbet prechino como una especie de «Shangri-la», una imagen que es común en Occidente. Para Grunfeld, ante todo, el Tíbet antes de la invasión china era un lugar muy real, no un paraíso mitológico de claridad religiosa. En su primer capítulo, “Tíbet como solía ser”, dibuja una descripción general muy gráfica y no especialmente halagadora del Tíbet y sus tradiciones históricas en relación con las mujeres, la educación, el crimen, las élites y otros. Deja en claro que el Tíbet anterior a 1950, a pesar de las afirmaciones de algunos de sus defensores más ruidosos, era una «sociedad altamente estratificada» donde una élite poderosa, que no pocas veces enviaba a sus hijos a ser educados en la India, gobernaba sobre la mayoría de las personas que vivían como siervos. Grunfeld resume el Tíbet anterior a 1950 muy sucintamente cuando escribe: “La evidencia indica que el Tíbet, a partir de 1950, no era ni un ‘Shangri-la’ mítico ni un ‘infierno en la tierra’. Los tibetanos llevaron una existencia difícil y dura en la que unos se beneficiaron más que otros. El Tíbet fue una sociedad medieval que de alguna manera sobrevivió hasta la segunda mitad del siglo XX” (p. 33).
Un aspecto del libro que este lector encontró particularmente útil fue el énfasis en la complicada relación histórica entre los diversos Panchen Lamas y los numerosos Dalai Lamas sucesivos. El hecho de que a menudo estuvieran en desacuerdo y con no poca frecuencia hayan abordado su relación con Beijing de manera muy diferente es de particular interés. Especialmente útil es la decisión de Grunfeld de agregar dos apéndices, uno sobre la población del Tíbet y el otro sobre la independencia, que analizan mucho más de cerca estos temas importantes y controvertidos.
Fuente: Association for Asian Studies.
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